El vestuario de un equipo de fútbol es mucho más que el espacio físico en el que los jugadores se reúnen y se cambian antes y después de un partido. Según los protagonistas, es un lugar “sagrado”. Y para el mundo Boca, en el último tiempo, se convirtió en un dolor de cabeza.
El reciente conflicto entre Sebastián Battaglia y Agustín Almendra, sumado a las declaraciones públicas de Darío Benedetto, volvieron a poner el foco en lo que ocurre puertas adentro en el plantel “xeneize”, y cómo estas situaciones pueden afectar al rendimiento de cualquier equipo.
Muchos futbolistas defienden que las dinámicas del grupo dentro del vestuario son tan o más importantes que el funcionamiento dentro de la cancha. En ese sentido, el ex capitán de la Selección argentina, Oscar Ruggeri, no dudó en definir al vestuario como el factor que marca la diferencia entre los buenos y los malos equipos.
Cada vestuario es un mundo y tiene su propio reglamento interno, convenido entre los jugadores. Una regla que parece repetirse en la mayoría de los clubes, por ejemplo, es que ese espacio es jurisdicción de los futbolistas, y no del director técnico. El mismísimo Pep Guardiola explicó que intenta entrar lo menos posible al vestuario, porque cree que ese lugar es de sus dirigidos.
Como si fuera una entidad con vida propia, el vestuario puede ser el mejor aliado o el peor enemigo de un entrenador: cuando no lo tiene de su lado, cualquier adversidad puede terminar en crisis. Ejemplo de ello es lo que le ocurrió a Jorge Sampaoli en su etapa al mando de la Selección: tuvo altibajos a nivel futbolístico, pero nunca pudo recomponer la relación con los futbolistas.
Un aspecto en el que coinciden la mayoría de los jugadores, es que todos los grupos necesitan tener en claro quiénes son los “líderes del vestuario”, aquellos que cuentan con el respeto de sus compañeros y les marcan el rumbo al resto. El ex capitán de River, Leonardo Ponzio, señaló ese punto como una de las claves del exitoso ciclo de Marcelo Gallardo.
En el reciente escándalo en Boca, uno de los detalles que no dejaron pasar los hinchas fue que Darío Benedetto habló públicamente del tema. En otro momento, “el Flaco” Schiavi había explicado que valía casi todo para resolver una pelea entre compañeros, pero que lo más importante era que lo que pasaba en el vestuario, tenía que quedar en el vestuario.
Pasó muchas veces, en distintos clubes, que una discusión entre compañeros llegó al punto de la violencia física. Un peso pesado como Oscar Ruggeri dijo que, si no sale de esas cuatro paredes, una pelea entre compañeros es aceptable. Para el “Cabezón”, la única falta imperdonable dentro de un buen grupo, es ser “buchón”.
Esta filosofía que plantea que dentro de un vestuario “vale todo”, fue muy discutida en el último tiempo, particularmente por las nuevas generaciones. En ese sentido, es interesante sumar el testimonio de un referente del rugby, como Agustín Pichot, que criticó duramente la naturalización de la violencia dentro de los vestuarios.
Los tiempos cambiaron, y los propios futbolistas dieron cuenta de ello. Maradona supo contar que, en sus inicios en la Selección, los más chicos del grupo eran prácticamente los sirvientes de los experimentados del vestuario, y que la relación entre ellos era muy asimétrica.
En la actualidad, los “pibes” pueden pararse de igual a igual con los más grandes del plantel, pero algunos defienden que ese trato se relajó demasiado. Hablando de la pelea entre Almendra y Battaglia en Boca, “El Kun” Agüero aseguró que, en su época, no se habría dado una situación de ese estilo.
La importancia de tener un buen vestuario no es exclusiva del fútbol, sino que se traslada a todos los deportes colectivos. Manu Ginóbili supo decir que, a pesar de haber sido campeón de la NBA, nunca integró un grupo más fuerte que el de la Generación Dorada de la Selección argentina.
Aún así, no todos están de acuerdo con esa idea: en sus épocas como goleador del Real Madrid, Cristiano Ronaldo supo decir que no le importaba formar un vínculo especial con sus compañeros, porque lo que realmente valía era lo que demostraban dentro de la cancha.
¿El vestuario será tan importante como dicen los futbolistas, o no influye tanto en el juego? ¿Está bien que “valga todo” en ese lugar “sagrado”, o a veces se sobrepasan los límites? ¿Eran mejores los tiempos en los que el vestuario era manejado a voluntad de los más grandes, o conviene que los “pibes” también puedan hablar con libertad?
Lo único seguro es que, sin importar la época histórica o el lugar del mundo, todos los futbolistas campeones defienden la misma idea: los grandes equipos se arman desde el vestuario.
