El deporte global del Siglo XXI cada tanto regala casualidades como la del domingo 11 de octubre. En continuado, recorrieron el mundo las imágenes de Hamilton igualando el récord de victorias de Schumacher en la Fórmula 1, Nadal alcanzando la cifra de Grand Slam de Federer y, por último, LeBron James consiguiendo su cuarto añillo de la NBA con tres equipos diferentes.
En la era de las mediciones, hay un grupo de deportistas profesionales que podrían ser considerados “los reyes de las estadísticas”. Dueños de marcas asombrosas, no tienen límites y elevan el umbral de lo fantástico, pero además convierten en cotidianas sus actuaciones espectaculares. Como si se tratara de un día más en la oficina.
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En la Fórmula 1, cuando Michael Schumacher superó los cinco campeonatos de Juan Manuel Fangio y se retiró después de ganar 91 carreras parecía que nadie batiría sus récords, hasta que empezó a asomar un tal Lewis Hamilton. El periodista Pablo Vignone recuerda un detalle anecdótico que los une: el británico ocupó el asiento del alemán en McLaren cuando dijo adiós para siempre.
El propio Michael Schumacher en el 2008 hizo una predicción sobre Lewis Hamilton que parecía una locura para el momento, pero hoy suena obvia: “Absolutamente, sí”, dijo el alemán cuando le preguntaron si Hamilton podría superar sus siete títulos del mundo.
Después de 13 años en la máxima categoría del automovilismo mundial, Lewis Hamilton está a una sola corona de igualar los siete campeonatos de Schumacher. Pablo Vignone no tiene ninguna duda de cómo terminará la película.
Las comparaciones forman parte del juego, muchas veces son injustas y otras ubican a cada uno en su verdadera dimensión. En el mundo del tenis el inédito, e histórico, mano a mano entre Roger Federer y Rafael Nadal suma una ficha para cada uno cada vez que ganan un título grande.
Después de la consagración de Nadal por 13º vez en Roland Garros, los dos gigantes del tenis moderno quedaron igualados con 20 en el tope del listado de los más ganadores en toda la historia de los Grand Slam. Javier Frana, ex tenista y periodista, se animó a meterse en las difíciles aguas de las comparaciones.
Javier Frana haciendo foco en las cualidades de Rafael Nadal destacó su capacidad física y mental. Siempre se elogia al español por la entrega, el esfuerzo y las agallas, atributos que de alguna manera lo ubican en las antípodas de Roger Federer. Cuando se habla del suizo las palabras elegidas suelen ser: talento, elegancia, técnica refinada…
Las oposiciones siempre generan expectativas, todos los grandes tienen una contrafigura, un competidor en condiciones de ponérsele a la par, de ganarle. No se trata de buenos contra malos, se trata de gustos, de estilos, de competencias. La mejor serie del rubro es la que protagonizan desde hace años Lionel Messi y Cristiano Ronaldo. Dos máquinas de generar records.
La compulsa futbolera que divide al mundo dejó una gran intervención de Iker Casillas cuando le preguntaron quién era mejor: “Si lo comparan con Messi, lo que ha hecho Cristiano quizás sea más valorable que lo que pudo hacer Messi, al que se le puede ver el talento”, dijo el arquero español.
A diferencia de Casillas, Francisco Ferraro destaca la evolución de Lionel Messi y cómo fue mejorando en diferentes facetas como los tiros libres, por ejemplo.
El tema abre muchas puertas para discutir: ¿esfuerzo o talento, dónde hay más méritos? En un picadito imaginario: ¿ganarían los talentosos o los esforzados? ¿Se puede llegar a ser una gran figura solo con el talento, sin esforzarse demasiado? ¿Y al revés?
Francisco Ferraro, que trabajó en las selecciones juveniles argentinas, aporta un dato sobre el terreno que más conoce: en inferiores lo primero que se mira es el talento. Además, Pancho Ferraro destaca que por más datos que se puedan medir la verdad del fútbol siempre pasará por los jugadores.
Trasladando la discusión al automovilismo, desde su calificada visión, Pablo Vignone dice, por ejemplo, que Hamilton es un “talento natural”, pero al mismo tiempo se nota el esfuerzo en su obsesión por los detalles.
Uno de los ámbitos donde más se privilegia el show, el espectáculo, sin prestarle tanta atención a los demás aspectos del juego, es la NBA, que no es lo mismo que el básquet. La NBA es otro mundo, y hoy tiene un rey indiscutido: LeBron James. El alero que llevó a los Lakers a ganar el 17º anillo de su historia, fue elegido como el jugador más valioso de las finales y conquistó por cuarta vez el título en su carrera.
Un personaje, el loco Alejandro Montenegro dice que no le gusta el circo de la NBA porque prefiere el arte. Reconoce a LeBron James como un tremendo deportista, pero no considera que haya movido la aguja de la historia del básquet.
A LeBron James la comparación histórica le toca contra una leyenda que parece estar en un nivel verdaderamente imposible: Michel Jordan, el hombre que transformó para siempre la NBA. Abundan los argumentos, pero hay un punto de coincidencia que el propio LeBron se encarga de remarcar: “No hay nada que debatir, olvídenlo”.
El lugar común invita a agradecer porque somos contemporáneos de semejantes monstruos del deporte mundial, que además tienen más o menos la misma edad: Messi 33, Nadal 34, Hamilton, LeBron y Cristiano Ronaldo 35. Roger está un poquito más viejo con 39.
Son los mejores, entre los mejores, de los deportes más populares del mundo. No saben de límites y, más allá de las estadísticas, ese es su principal legado.
