El mercado de pases argentino, que se reactivó en las últimas semanas, mostró cuál es el estado de nuestro fútbol tras el largo parate por la pandemia.
La “nueva normalidad” de los clubes no es precisamente un canto a la ilusión: economías golpeadas, jugadores devaluados y conflictos contractuales plantean un escenario preocupante.
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El coronavirus golpeó con fuerza en el ascenso, donde se encuentran los clubes con menos recursos, pero los más grandes del país tampoco salieron ilesos de la situación. La crisis institucional que atraviesa Independiente encendió todas las alertas en el despacho de Hugo Moyano, que hace malabares para reforzar el plantel de Lucas Pusineri gastando lo menos posible.
Es en este contexto que el nombre de Iván Marcone se metió en la carpeta del “Rojo”: el técnico lo quiere y la dirigencia ya ofreció a Cecilio Domínguez a Boca como moneda de cambio. Aunque la situación se definirá entre dos escritorios, el volante vive con ilusión su posible llegada a un club muy especial para él y toda su familia.
Marcone conoce Avellaneda como la palma de su mano. Allí nació hace 30 años, en Sarandí, y el fútbol fue una parte importante de su vida desde que tiene memoria. Creció mirando videos de Fernando Redondo, fue hincha de Independiente desde la cuna y soñaba con pisar algún día el césped de la “Doble Visera”.
No llegó a jugar en la vieja cancha de Independiente, pero sí lo hizo en el Libertadores de América, aunque con la camiseta de Arsenal. Marcone se formó en el club, dio sus primeros pasos como profesional de la mano de Gustavo Alfaro y jugó en el “Arse” durante siete temporadas, entre 2008 y 2015, en las que se adueñó de la mitad de la cancha.
Con la 5 en la espalda, fue una pieza clave del equipo de Alfaro que goleó a Boca en La Bombonera y se quedó con el torneo de Primera División en el 2012. Ese mismo año conquistó la Supercopa y cerró el exitoso ciclo con la Copa Argentina del 2013. Se despidió de Sarandí en el 2016 consagrado como un ídolo indiscutido de Arsenal, tras disputar más de 200 partidos en el club.
Bajo la conducción de Jorge Almirón, Lanús se consolidó en aquellos años como uno de los mejores equipos del país. Marcone extendió su buena racha y ganó tres campeonatos en el “Granate”, donde llegó a ser subcampeón de la Copa Libertadores. Su buen momento le valió su primera convocatoria a la Selección en el 2017, y su apellido empezó a sonar con fuerza en clubes grandes de Argentina y el continente.
Dicho estado de gracia se hizo evidente en su paso por el Cruz Azul de México, donde tuvo una efectividad total: jugó un solo torneo y dio la vuelta olímpica. Los hinchas mexicanos no tuvieron mucho tiempo para disfrutar de su nueva figura, porque el llamado de un viejo amigo lo hizo volver a la Argentina para afrontar el desafío más grande de su carrera.
Llegó a Boca en enero del 2019 cubierto por el ala de Gustavo Alfaro, el mismo técnico que lo había convertido en su baluarte en Arsenal. El hincha “xeneize” lo recibió con la ilusión que reinaba en el inicio del nuevo ciclo, y Marcone aseguró que había que dar vuelta la dolorosa página escrita en Madrid unas semanas antes de su llegada.
Fue titular desde el arranque pero no cumplió con las expectativas depositadas en él, considerando que su pase había costado casi 8 millones de dólares. El jugador de Arsenal y Lanús, que se destacaba por su presencia, juego y voz de mando, nunca apareció por La Bombonera. Recibió duras críticas por parte de los hinchas y también de figuras como Raúl Cascini y “Chicho” Serna, referentes del puesto en Boca, quienes aseguraron que el volante no estaba a la altura de las circunstancias.
El único que lo bancó fue Alfaro, hasta que el entrenador también se quedó sin hilo en el carretel. Miguel Ángel Russo apostó por Jorman Campuzano en su posición y la Superliga del 2019 fue el título más agridulce en la carrera de Marcone, que vivió la fiesta ante Gimnasia sentado en el banco de suplentes.
Paradójicamente, la primera vez que se ganó los aplausos de los “xeneizes” fue cuando se suspendió el campeonato. Fue noticia en los últimos meses por sus acciones solidarias durante la cuarentena, en las que dio una mano en distintos comedores del conurbano bonaerense. Esta semana volvió a estar en boca de todos por razones futbolísticas, y su historia con la azul y oro parece cerca de llegar a su final.
El ex Arsenal nunca ocultó su amor por el “Rojo” y se lo vio varias veces alentando en la popular, aún cuando ya era jugador de primera división. Desde su entorno aseguran que está dispuesto a resignar plata con tal de llegar al club y darle ese regalo a su familia, tan fanática como él. Hasta que se defina su situación, Iván Marcone vive días muy especiales: está con la cabeza puesta en Boca, pero su corazón siempre fue de Independiente.
