Cuenta la leyenda que dos agricultores caminaban por el mercado cuando un hombre les ofreció un puñado de semillas de bambú japonés. El vendedor les dijo que se trataba de una especie magnífica y que, si la cuidaban como era debido, quedarían sorprendidos con los resultados. Los hombres aceptaron las semillas y las regaron durante semanas, sin que un solo brote emergiera de la tierra. Sintiéndose estafado, uno de los campesinos se olvidó de su semilla, pero el más sabio siguió regándola todos los días, sin falta, aunque nada ocurriera en la superficie. Cuando llegó el momento indicado, y luego de años de echar raíces bajo la tierra, la planta creció más de veinte metros en pocas semanas, provocando admiración en todo el pueblo.
El cuento del bambú japonés suele utilizarse como ejemplo de lo que puede lograrse con trabajo y perseverancia, y se adapta a la perfección a la carrera de Emiliano Martínez: hace apenas un par de meses era prácticamente un desconocido para el futbolero promedio en Argentina, y hoy pelea palmo a palmo con Armani y Andrada por ser el titular de la Selección. Su gran presente en la Premier League sorprendió a propios y ajenos, pero el arquero de 28 años siempre confió en su potencial. Igual que el campesino sabio de la historia, cultivó su talento con paciencia y dedicación, aunque tuvo que esperar más de una década para poder mostrar los frutos de su esfuerzo.
Uno de los días más intensos en la casa de los Martínez fue cuando la madre de Emiliano decidió que era muy chico para ir a probarse a Independiente. La mujer pensó que un nene de 9 años no tenía edad para viajar desde su Mar del Plata natal a Buenos Aires, aunque la práctica fuera en el club de sus amores. El joven arquero tuvo que conformarse con seguir entrenando en el mismo equipo que su hermano, donde también jugaba de delantero. Cuando cumplió 11, su mamá le dio permiso para viajar a Capital Federal con un grupo de chicos de la zona, en lo que fue el puntapié inicial de su carrera.
El histórico Miguel Ángel Santoro le vio condiciones bajo los tres palos y lo sumó a las inferiores de Independiente de Avellaneda. Martínez se mudó a la pensión en edad de primaria y "Pepé" lo acompañó en cada paso del camino, pero le exigió lo mismo que a sus compañeros más grandes, con el objetivo de mejorar sus capacidades. El marplatense creció admirando las atajadas de Oscar Ustari en el estadio Libertadores de América y dejó la vida en cada entrenamiento, con la esperanza de convertirse en el “1” del “Rojo” en un futuro cercano. Su trabajo tuvo premio en el 2009, cuando fue una de las figuras de la Selección en un Sudamericano sub-17, y su actuación le valió una oportunidad inesperada.
Sin haber debutado en primera, Martínez se fue de Independiente para sumarse al Arsenal de Inglaterra. Los ojeadores del club de Londres habían quedado encantados con sus 193 centímetros, sus atajadas y su precisión para salir jugando desde abajo, y pagaron una millonada por su pase. El entrenador Arsene Wenger, que estuvo al mando de los “Gunners” durante más de veinte años consecutivos, le aseguró que creía en él y que tenía un gran futuro en la institución. Decidido a ganarse un lugar, el arquero trabajó duro dentro y fuera de la cancha, y hasta aprendió a hablar inglés en menos de un año para no darle ninguna ventaja a sus competidores.
A pesar de su compromiso, Emiliano no tuvo chances en el arco del Arsenal. Recibía tentadoras ofertas de equipos de Italia y España, pero siempre las rechazaba por pedido del técnico, que le decía que se quedara porque su momento estaba a punto de llegar. Mientras esperaba, se fue a préstamo a seis clubes distintos entre 2011 y 2019, por lo que jugó muy pocos partidos en comparación con otros referentes de su puesto. Luego de pasar varios años cedido en clubes del ascenso, la situación empeoró aún más cuando el propio Wenger se retiró del cargo, dejándolo a la deriva.
Sin embargo, el 2020 fue el año de su explosión. Una lesión del arquero titular le permitió saltar a la cancha sobre el final de la temporada, y terminó siendo uno de los puntos altos del equipo que derrotó al Chelsea en la definición de la FA Cup. Su alegría fue tan grande que terminó la jornada entre lágrimas, haciendo una videollamada con su familia tirado en el césped del estadio Wembley, en una imagen que recorrió el mundo. Unas semanas más tarde, en el mismo escenario, se hizo gigante en la final de la Community Shield ante el Liverpool de Klöpp, y puso su nombre en boca de todos.
Martínez había conquistado a sus compañeros y a la prensa, pero sus atajadas no deslumbraron a la persona más importante, su técnico, quien dijo que el argentino no se había ganado la titularidad. Molesto por el trato recibido luego de ser figura en dos consagraciones y tras una década en el club, Emiliano se fue del Arsenal con 28 años, buscando la confianza y los minutos por los que tanto había trabajado. Cambió Londres por Birmingham y pasó a defender los colores del Aston Villa a cambio de 20 millones de dólares, convirtiéndose en el arquero argentino más caro de la historia.
Aunque su primera convocatoria con la Selección Mayor tuvo lugar en el 2011, cuando fue suplente en un amistoso porque un jugador se había lesionado, Lionel Scaloni apostó por él y le dio la chance de volver a defender el escudo nacional. El técnico de Argentina comenzó a citarlo a finales del 2019, cuando ni siquiera era titular en la liga inglesa, y el tiempo le dio la razón. Sin haber jugado nunca en la primera división de su país, el marplatense se ganó un lugar en la Selección y reavivó el debate sobre quién debe ser el arquero del combinado nacional.
Todo indica que Franco Armani parte con ventaja en la consideración de Scaloni, pero Martínez se metió de lleno en una discusión que también incluye a Esteban Andrada, Agustín Marchesín y Juan Musso, entre otros. Su punto débil está en la poca experiencia que tiene a nivel internacional, pero sus defensores argumentan que su buen presente en la Premier League es más que suficiente para adueñarse de los guantes de la albiceleste. Después de todo, vale la pena recordar que Emiliano Martínez es como la planta de bambú: pasó 10 años creciendo bajo tierra, y ahora que llegó su momento, nadie sabe hasta dónde será capaz de llegar.
