Messi se va del Barcelona. La noticia menos esperada de la historia del fútbol moderno es una realidad. A menos que el director guarde un impensado as en la manga, no hay vuelta atrás: se terminó la relación entre el mejor jugador del mundo y su club de toda la vida.
Hace un año Messi se quería ir y no pudo, ahora Messi se quería quedar… y no pudo. Entre el burofax y el fair play financiero pasó una temporada en la que el Barcelona repitió viejos errores quedando lejos de ganar la Liga y la Champions.
La ecuación se invirtió: antes Messi disfrutaba en el Barcelona y sufría en la Selección, ahora es al revés. Después de ganar su primer título con la camiseta argentina, todo estaba acordado para que Leo siguiera jugando con la blaugrana, pero… pasaron cosas.
Todos los futboleros recordarán cómo se enteraron de la noticia. A través de un comunicado el Barça informó que Lionel Messi no firmaría su contrato debido a “obstáculos económicos y estructurales” impuestos por La Liga. Un rato después le dedicaron un video de despedida.
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El viernes habló el presidente Laporta, explicó la situación financiera que impedía la recontratación de Leo y fue contundente asegurando que no quería generar falsas expectativas. Asunto cerrado.
Entre la explosión de la bomba y las declaraciones de Laporta se tejieron muchas hipótesis. Una de las más optimistas apuntaba a la estrategia de la presión. Muchos creían que el Barcelona estaba presionando a La Liga para que le permitiera saltearse el cordón financiero.
Es probable que la intención de Laporta haya sido tirarle la pelota a Tebas para no quedar señalado como el presidente que dejó ir a Messi. Es cierto que le tocó a Laporta, pero la mecha fue encendida por Bartomeu, el principal responsable del desfalco económico culé.
Barcelona ya estaba compitiendo sin cumplir con el juego limpio financiero. La masa salarial no puede superar el 70 % de los ingresos generados por los clubes y el Barça está en el 110 %. Laporta dijo que debían liberar 100 millones para encajar el contrato de Messi.
Los cinco sueldos más altos del conjunto catalán, sin incluir al argentino, suman casi 600 millones. Por lo tanto, para la directiva es una misión imposible ajustar los números. No llegan ni con la rebaja del 50 % que aceptó Messi. Tampoco cerrarían las cuentas si Leo jugara gratis.
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Otra vía de escape posible fue el nuevo acuerdo de los derechos televisivos concretado por la liga española, pero la reducción de ingresos por la pandemia y una deuda superior a los mil millones de euros ponen al Barcelona en una situación terminal.
El rompecabezas no está completo. Con los días aparecerán más piezas. Falta la palabra de Lionel Messi. ¿Habrá sabido que la historia terminaría de esta forma o se sorprendió con el final? ¿De verdad quería quedarse?
Un subtema obligado es Sergio Agüero. Por primera vez, Messi y el Kun iban a jugar en el mismo club. ¿Hablarán en algún momento? ¿Leo ya sabía y por eso le aseguró un buen contrato a su amigo o no se lo imaginaba y lamenta dejarlo solo?
La noticia del año plantea una pregunta inédita: ¿dónde jugará Messi la próxima temporada? Rápidamente circuló una foto de Leo durante sus vacaciones junto a Neymar, Paredes, Di María y Verrati, la banda del PSG.
Mauricio Pochettino, el técnico del club parisino, en sus primeras declaraciones públicas le abrió las puertas a Messi y dijo que estaban trabajando en el tema. En la otra vereda, Guardiola lo descartó para el Manchester City.
La salida de Messi del Barcelona es el último capítulo de una serie histórica. Todo empezó hace más de 20 años cuando los catalanes decidieron invertir en un purrete argentino que necesitaba un tratamiento para crecer. En la servilleta de Rexach estampó la primera firma.
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El 16 de octubre de 2004 quedaría marcado a fuego en la historia del Barcelona, en un clásico contra el Espanyol, el técnico Rijkaard, a falta de 8 minutos para el final, llamó a un pibito que vestía un camisetón con el número 30 y lo mandó a la cancha por Deco.
El primero de los 672 goles que convertirían a Messi en el goleador histórico del Barcelona, llegaría en el 2005 contra el Albacete después de un pase de Ronaldinho, que en ese momento era la gran figura del equipo y un puntal futbolístico para el crecimiento de Leo.
Durante las primeras temporadas, Messi alternaba entre el primer equipo del Barça y el filial hasta que cruzó la línea de la promesa y se convirtió en realidad. Fue el 22 de febrero de 2006 en Stamford Bridge contra el Chelsea, cuando sacó a pasear a Del Horno.
La temporada 2007/08 fue un quiebre en la historia: Barcelona no ganó ningún título y Pep Guardiola reemplazó a Rijkaard. Lo que vendría sería el mejor equipo de fútbol que se haya visto en los últimos 50 años.
En su primer año el Barcelona de Pep ganó todo lo que jugó. El punto culmine fue contra el Manchester United, en la final de la Champions, cuando Messi metió de cabeza uno de los goles más recordados de su carrera.
Los títulos cayeron en cascada. Lionel Messi empezaba a golpear la puerta del olimpo de los grandes. El mano a mano con Cristiano Ronaldo fue una disputa futbolística sin precedentes: dos máquinas de contar récords en una era dorada de La Liga.
En el 2015, ya con Luis Enrique como técnico, Barcelona y Messi ganaron la cuarta Champions en menos de una década, un logro impensado para un club que antes de la aparición de Leo había levantado solo una vez el trofeo más importante de Europa.
Después de 778 partidos y 35 títulos, Lionel Andrés Messi cambió la historia del Barcelona. Por supuesto que no lo hizo solo, pero fue el hilo conductor. Cuando Leo llegó el Barza estaba 11 títulos abajo del Real Madrid y ahora está dos arriba.
El impacto deportivo y económico de la salida de Lionel Messi del Barcelona solo podrá comprobarse con el tiempo. Por lo pronto, millones de personas dejarán de hacer lo que hicieron durante casi dos décadas: revisar día y horario del próximo partido del Barça de Leo.
