Se viene la edición 36 de la segunda categoría del fútbol argentino, ahora denominada Primera Nacional, anteriormente Primera B Nacional y en sus inicios, Nacional B. Y la AFA, como si no le bastara con los constantes cambios en su primera división, “alquiló” a la Primera Nacional como su banco de pruebas.
De las últimas diez temporadas, contando como la última la que terminó en enero pasado, el certamen de ascenso sufrió ¡10! modificaciones en su forma de disputa. Y si contamos la que empezará ahora serán 11 temporadas con igual cantidad de cambios en el formato. Y lo mismo de siempre, la casa madre del fútbol sigue acumulando campeonatos indescifrables que necesitan estudiarse con un prospecto adjunto, como los remedios.
Clarísimo está que el fútbol argentino cambió para siempre aquel mediodía del 30 de julio de 2014, cuando Ernesto Cherquis Bialo anunció la noticia que ya copaba las redes sociales: había fallecido Julio Humberto Grondona, presidente de AFA desde 1979, amo y señor del deporte más popular del país y el sujeto por el que pasaban todas las decisiones. Pero, un poco antes de su muerte, la organización de los torneos comenzaría una serie de modificaciones drásticas que se mantiene inalterable hasta hoy.
Repasemos el Nacional, autodenominado el torneo más federal. En algunas ocasiones, las variables fueron presentadas previo a la competición y, en otras, se les modificó el reglamento en la mitad de un campeonato. Seis descensos, dos descensos y una reválida, sin descensos, dos ascensos por tabla, uno para el campeón, otro para el ganador del reducido, otro más para el vencedor de la promoción, con temporadas que duraron seis meses algunas, y un año otras.
La primera edición, 1986/87 se disputó con 22 equipos, un torneo de 42 fechas, el primero es el campeón y primer ascendido y un octogonal para el segundo ascenso entre los mismos conjuntos de la categoría.
Desde la 1987/88 hasta la 1991/92, la forma de disputa fue la misma aunque en esos cinco años para determinar el segundo ascenso, se clasificaban 12 equipos para el dodecagonal, del 2° al 10° de la tabla más el campeón de la B Metro y los dos ganadores de los zonales, que disputaban equipos del interior y metropolitanos.
En la 1992/93, la de la final en Córdoba entre Banfield y Colón, se volvió al octogonal; pero entre 1993/94 y 1994/95 a ese octogonal ingresarían los equipos que le seguían al campeón y el ganador de la B Metropolitana, quedándose sin jugar los denominados zonales.
A partir de la temporada 1995/96 se disputaron dos torneos, Apertura ’95 y Clausura ’96, con otra modificación: tres puntos para el vencedor. Huracán Corrientes y Talleres ganaron cada uno de esos y jugaron las finales por el primer ascenso. Y al segundo ascenso fue el perdedor de esa final y los restantes siete mejores equipos de la temporada.
Pero el ámbito metropolitano comenzó a quejarse de que los equipos de esa área “viajaban mucho”. Entonces para 1996/97 se dividió el torneo en dos zonas a los de “tierra adentro” que eran los “indirectamente” afiliados a la AFA para un lado y en otros dos grupos a los porteños, bonaerenses, rosarinos y santafesinos que eran los afiliados “directos”, para el otro. Los tres mejores de cada zona más los dos mejores cuartos jugarían una zona Campeonato de 14 equipos buscando al campeón.
La 1997/98 se desarrolló de manera parecida, pero con dos zonas (separados por afiliación) de 16 equipos. Clasificaron ocho de cada grupo, jugando luego en dos secciones la zona Campeonato por el primer ascenso que se adjudicó Talleres en los penales ante Belgrano, que ganó el segundo ascenso al imponerse a Aldosivi.
La 1998/99 fue distinta, con 33 equipos, divididos en dos zonas, una de 16 con los indirectamente afiliados y otra de 17 con los afiliados directos. Los cuatro primeros lucharon por el título de campeón, que logró Instituto en cancha de River y el reducido por el segundo ascenso tuvo cinco fases y que ganó Chacarita.
La 1999/2000 tuvo 34 participantes, divididos en dos zonas, una de 16 y la otra de 18; y el segundo ascenso constó de cuatro fases. Y además fue el primer año de las promociones con Primera, arrebatándole Almagro el lugar a Instituto.
La 2000/01 contó con 30 equipos, divididos en una zona de 17 equipos, los del interior; y otra de 13. Banfield fue el campeón pero el mejor equipo de ese torneo fue el Instituto de Martino, que perdió en semifinales con el Taladro, el segundo ascenso ante Chicago y no pudo ascender en la promoción contra Argentinos.
En la 2001/02 se acabó la separación entre “unitarios” y “federales” y el formato volvió a cambiar: 25 equipos para una sola rueda que ganó Olimpo en diciembre de 2001, y que recién jugó en Primera tras el mundial de Corea–Japón, en agosto de 2002. Los otros 24 de la B Nacional, se dividieron en tres zonas, y sus ganadores más los mejores cinco de la tabla general, jugaron por el segundo ascenso que ganó Arsenal.
El Apertura y Clausura volvió a utilizarse en 2002/03, con 20 equipos y Atlético de Rafaela fue el campeón al ganar los dos campeonatos. Esa modalidad de dos torneos, consagrándose campeón el ganador de la final, se mantuvo hasta la 2006/07 y Olimpo, que había descendido en la promoción de la temporada anterior ante Belgrano, ganó el certamen de punta a punta al conseguir Apertura y Clausura. En ese interín, en 2004 y 2007 los ascensos fueron cuatro en cada período, sumando los de la promoción.
Tras cinco temporadas con torneos cortos, se retomó en 2007/08 el formato de torneo largo, con los ascensos para los dos primeros y las promociones para los terceros y cuartos; manera que se mantuvo otras cinco temporadas, hasta la 2011/12, la que ganó River.
Desde la 2012/13, los ascensos eran para los tres primeros ya sin las eliminadas promociones. En 2013 descendieron dos y en 2014 bajaron cuatro equipos.
En el segundo semestre de 2014 se hizo realidad un anhelo de Grondona: el ascenso masivo de 10 clubes para “democratizar” la máxima categoría que pasaría a tener ¡30 equipos! Se dividió en dos zonas de once equipos y ascendieron los primeros cinco de cada grupo, en un torneo sin descensos y denominado “transición”, palabra que disfraza la anomia o ausencia permanente de normas.
En 2015, torneo largo de 42 fechas, todos contra todos para dos ascensos, cuatro descensos y otros ¡10 ascensos a la categoría, 7 del Federal A y 3 de la B Metro!
El primer semestre de 2016, los 22 equipos jugaron a una sola rueda con un solo ascenso: Talleres en cancha de All Boys y un descenso, Juventud Unida de San Luis.
Las temporadas 2016/17 y 2017/18 se jugaron con 23 y 25 equipos, respectivamente, dos ascensos por tabla, cuatro descensos en la primera y seis en la segunda.
De nuevo cambiazo para la 2018/19, ahora a una rueda, subiendo el campeón y el ganador del reducido; y descendiendo un metropolitano y otro del interior.
La 2019/20, la postergada por la pandemia, tuvo 32 equipos, divididos mezclados, en dos zonas de 16, cantidad a la que se llegó cuando la AFA compensó de un plumazo a los equipos amigos del poder: cinco ascensos de la B Metro contra dos del Federal.
Volvió a jugarse en medio de la pandemia, siete meses después, con un despropósito de sorteo, con copones, bolillas abiertas y papelitos manoseados con los números asignados a los equipos. La pandemia había complicado todo, un pleito judicial que llevó a San Martín de Tucumán a enfrentarse a AFA, miserias políticas, pases de factura, mediocridad para resolver lo pendiente: faltaban nueve fechas y AFA cambió todo, abriendo también una grieta futbolística. Hubo dos ascensos y no descensos.
Se viene la temporada 36, con 35 equipos, divididos en una zona de 17 y la otra de 18, ida y vuelta, dos ascensos, sin descensos. Decían que para 2025 querían 22 equipos en la divisional, sin descensos de Primera, habrá 4 ascensos para 2022, dos de la B Metro y dos del Federal y el torneo pasará a tener 37 equipos. Saquen la cuenta… ¿Cómo hacemos?
Como fuere, hacen lo que quieren con el Nacional, cambian y cambian. Pero nada modificará la mala reputación de los torneos que organiza AFA y en especial, el de la principal categoría de ascenso.
