“No tires la toalla, que hasta los más mancos la siguen remando”, reza la canción más popular de Los Caballeros de la Quema. El grito de guerra expandido en la voz de Iván Noble podría aplicarse a la vida de un hombre del fútbol, que sabe bien lo que es caerse una, y otra, y otra vez, y volver a levantarse. Siempre. Y contra todo pronóstico.
Fernando Gago es sinónimo de resiliencia en el mundo de la pelota. Lo fue primero en su paso como futbolista, donde su talento y elegancia en el terreno de juego tuvieron que batallar contra las visitas al quirófano. Y lo es también ahora, en su nuevo rol de entrenador.
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“Pintita” era un distinto con el balón en sus pies. Un puñado de partidos en Boca le bastaron para llegar al Real Madrid, uno de los clubes más poderosos del planeta. Y su periplo siguió también en otros grandes de Europa, como Roma y Valencia, además de pasos por Vélez, un exitoso regreso al “Xeneize” y la presencia recurrente en la Selección argentina.
Sin embargo, las lesiones fueron la gran piedra en el zapato de una carrera brillante. Y se profundizaron en sus últimos años adentro de la cancha. Una de las más dolorosas, por lo que representó, fue la que sufrió con la camiseta de Argentina, en 2017, ante Perú, en un partido clave, cuando se rompió los ligamentos a poco de ingresar. Pidió a gritos jugar, pero su cuerpo le dijo que no.
La otra, quizás, fue la rotura en el tendón de Aquiles en la final de la Libertadores de 2018, con la camiseta de Boca, ante River en el Bernabéu. Parecía el final. Sin embargo, su hijo le dio fuerzas para intentarlo, una vez más. Porque siempre hay una vez más. Él tenía que dejar el fútbol, y no dejar que el fútbol lo deje.
El fugaz repaso por su resiliencia como futbolista sirve para contextualizar lo que le tocó atravesar después. Tras colgar los botines, pasaron apenas unas semanas para que Gago vuelva a estar cerca de su gran amor: la pelota. Pero, esta vez, del otro lado de la línea de cal.
Aldosivi de Mar del Plata fue el club que le abrió las puertas como director técnico tras sus últimos toques de magia en Vélez. En poco tiempo, “Pintita” estampó su idiosincrasia en un equipo que sorprendió por sus intenciones, aunque alternó buenas y malas en los resultados.
Gago inició su desafío con el buzo de entrenador con apenas 34 años, y con la misión de ponerse al hombro a un equipo de Primera División. A pesar de su vistosa idea de juego, quizás forjada a partir de la experiencia como futbolista en los mejores campos de Europa, su Aldosivi no arrancaba.
La tenencia de la pelota, la lupa en el arco del frente y la prioridad a salir jugando por sobre un pelotazo oxigenador no le alcanzaron a un “Tiburón” que tuvo un arranque prometedor, pero terminó decayendo en sus intenciones hasta transformarse en un pez casi inofensivo. En septiembre de 2021, “Pintita” presentó la renuncia al conjunto marplatense tras seis derrotas consecutivas.
Su primera experiencia como entrenador tuvo un sabor agridulce: su nombre volvió a los primeros planos a partir de su idea de una llamativa dinámica de juego, pero los resultados fueron por otro carril. Dirigió 26 partidos en Aldosivi, con siete victorias, tres empates y 16 caídas. El discreto 30,76% de efectividad terminó por ser lapidario. Para Fernando, una vez más, había que empezar de nuevo.
La revancha llegó pronto. El sabía que siempre hay una vez más. Y el desafío se asomaba como mayúsculo. En octubre del mismo 2021, Gago fue presentado como nuevo entrenador de Racing Club, uno de los grandes del país. De pantalón corto, camiseta y el pelo mojado, como si aún siguieran en su esencia los coletazos de su magia como mediocampista, avisó a los hinchas que quería edificar un equipo protagonista. Un equipo ganador. Un equipo que domine al rival.
El nacido en Ciudadela asumió en medio de un escenario gris para “La Academia”, que había ganado apenas 1 de 11 partidos hasta su arribo. Su llegada había generado algunas dudas, tanto por su escasa experiencia en el puesto como por el antecedente negativo de su estadía en Aldosivi. Y esa incertidumbre pareció extenderse en su debut, ya que Racing perdió ante Rosario Central en el Gigante de Arroyito.
Las cosas no mejoraron en su siguiente presentación, ya en el Cilindro, donde “La Academia” cayó frente a Defensa y Justicia. Los fantasmas comenzaban a sobrevolar Avellaneda, pero Gago, seguramente, recordó el estribillo de esa canción de Los Caballeros de la Quema. Y la primera victoria llegó el fin de semana siguiente, ante Atlético Tucumán, en condición de visitante.
El desenlace de ese torneo de Primera División estuvo marcado por la irregularidad para un conjunto albiceleste que no pudo encauzar los vaivenes. Sin embargo, en la última fecha, justo en la despedida de Lisandro López, llegó la recompensa: triunfo sobre Godoy Cruz y clasificación a la Sudamericana.
Esa victoria le dio aire a Gago, pero las críticas seguían al pie del cañón. En definitiva, aún no había terminado de hacer pie en Racing. La directiva, a pesar de la intangible resistencia popular, decidió renovarle la confianza para el 2022. Poner la paciencia como proyecto. Y el tiempo parece darle la razón a Víctor Blanco y compañía.
Con el arranque del año y el correr de los partidos, Gago cambió el murmullo por aplausos. Él creía en lo que podía darle al plantel, y la dirigencia creía en él. Y, de a poco, el hincha también. Racing fue encontrando otra impronta en su fútbol y una velocidad sorprendente a la hora de atacar, con puntos muy altos, como los que consiguió en los triunfos sobre Talleres, Atlético Tucumán o Sarmiento, a lo que se sumó un festejado clásico ante Independiente.
“La Academia” llega a la Fecha 9 de la Copa de la Liga Profesional como el único invicto del certamen. Los resultados ayudan, pero se potencian por estar acompañados por un estilo de juego de un equipo que pasó de las dudas a convertirse en “La Gagoneta”, de la mano de un técnico que imprime su personalidad tanto en los partidos como a la hora de dar conferencias de prensa.
“No tires la toalla, que hasta los más mancos la siguen remando”. “Pintita”, aquel volante exquisito que tuvo que superar mil adversidades adentro de la cancha, hoy es un entrenador que imprime su elegancia de traje del otro lado de la línea de cal, también con la resiliencia como bandera.
¿Está naciendo una promesa en el banco para el fútbol argentino? ¿Es, hoy por hoy, el mejor técnico de Primera División? ¿Triunfará su estilo de juego, o su éxito es solo momentáneo? ¿Hasta dónde llegará su Racing? El abanico de preguntas se abre con mil respuestas posibles y una sola certeza: pase lo que pase, Fernando Gago la seguirá remando.
