Existen muchos caminos para ingresar en el olimpo de los ídolos futbolísticos. Entre las maneras más efectivas de ganarse un lugar en el corazón de los hinchas están la obtención de campeonatos, ser figura en partidos importantes o la fidelidad hacia una sola camiseta a lo largo de los años. Leandro Atilio Romagnoli tachó todos los casilleros posibles en su amado San Lorenzo.
El “Pipi” se transformó en un verdadero emblema azulgrana tras defender sus colores durante 15 largas temporadas. Con el número 10 en la espalda, lideró a los suyos en victorias memorables y fue el capitán del equipo “Santo” que levantó por primera vez en la historia la Copa Libertadores de América.
Es el jugador que dio más vueltas olímpicas con la camiseta del “Ciclón” y muchos lo ven como el máximo referente de la institución en sus 112 años de vida. Anunció su retiro profesional el 6 de junio de 2018, cuando le puso fin a una carrera que duró dos décadas y que inició y terminó en el mismo lugar.
Romagnoli debutó en Primera en diciembre de 1998, con 17 años, cuando Oscar Ruggeri era el técnico de San Lorenzo. Formado en las inferiores del club, confesó años más tarde que le costó mucho meterse en el partido porque no podía dejar de mirar la tribuna en la que alentaban los hinchas del “Cuervo”.
Fue un enganche talentoso, un enamorado de la pelota que encontró en Bernardo Romeo a su primer gran socio dentro de la cancha. Juntos gritaron campeón en el recordado Clausura ‘01 en el que San Lorenzo ganó 11 partidos consecutivos, la mejor racha en la historia de los torneos cortos.
El equipo completó una temporada formidable con la obtención de su primer campeonato internacional, la Copa Mercosur. Romagnoli fue una de las figuras del torneo y cerró un año soñado consagrándose como campeón del Mundial sub 21 de la mano de José Pekerman.
El “Pipi” se transformó en una pieza clave del “Ciclón” de Manuel Pellegrini y sumó otro triunfo histórico un año más tarde, en la Copa Sudamericana del 2002. Metió un gol inolvidable en la ida de la final contra Atlético Nacional y dejó el escudo de San Lorenzo en lo más alto del continente.
Su romance con el club sufrió un impasse por culpa de las lesiones. Tras romperse los ligamentos de la rodilla derecha en dos oportunidades, eligió cambiar de aires y se fue a Tiburones de Veracruz, en México. Jugó un par de temporadas allí y otro tanto en el Sporting de Lisboa, pero no pasó mucho tiempo antes de que pegara la vuelta a sus pagos.
Tenía 28 años cuando regresó al “Ciclón” y atravesó una etapa muy complicada para la institución. El “Ciclón” tocó fondo en el 2011, cuando jugó la promoción contra Instituto de Córdoba y el pueblo azulgrana le reconoció a Romagnoli que se quedó a defender la camiseta en ese duro momento.
Se rompió los ligamentos por tercera vez en su carrera y muchos le dijeron que era el momento de colgar los botines y pensar en su salud. El capitán “Cuervo” no escuchó a quienes ya no creían en él, se repuso de la dura lesión una vez más y volvió a las canchas acobijado por los aplausos que reconocían el enorme esfuerzo que había realizado.
El 2013 fue un año de muchas emociones para los hinchas de San Lorenzo. El equipo sufrió una estrepitosa caída en la final de la Copa Argentina disputada en Catamarca, que perdió 3 a 0 contra Arsenal de Sarandí. Sin embargo, el año terminó con una gran alegría cuando el “Santo” se quedó con el Torneo Inicial y dio una nueva vuelta olímpica.
Un año más tarde llegó el momento de la consagración definitiva, que puso su nombre en lo más alto de los referentes azulgranas. Comandado por Edgardo Bauza, el equipo apuntó todos los cañones a conquistar la asignatura pendiente del club, la Copa Libertadores de América.
Romagnoli condujo desde el césped a un plantel duro y ordenado, en el que también se destacaron las figuras de Néstor Ortigoza, Mauro Matos y Sebastián Torrico. El “Ciclón” tocó el cielo con las manos el 13 de agosto de 2014 cuando derrotó a Nacional de Paraguay y se coronó como el mejor equipo de Sudamérica.
El “Pipi” grabó la fecha de la final en su piel, y esa noche se consagró como el jugador más laureado en la historia de la institución. Disputó el Mundial de Clubes en Marruecos y desde entonces, más allá de los altibajos futbolísticos, cosechó ovaciones en todos los partidos que jugó como local.
Sumó su última estrella en la Supercopa Argentina 2016 y anunció su retiro un par de años más tarde, cuando llevaba mucho tiempo sin ser tenido en cuenta por los entrenadores. Asumió una nueva responsabilidad como mánager del equipo y llegó a ser su director técnico interino en algunos encuentros.
Ganó 6 títulos, jugó más de 300 partidos, estuvo en las buenas y en las malas con la camiseta del “Ciclón”, y su pueblo se lo reconocerá eternamente. Levantó la copa más importante en la historia del club con la cinta en el brazo y defendió sus colores durante 15 temporadas, por lo que el “Pipi” Romagnoli puede decir con orgullo que es el último gran ídolo de San Lorenzo.
