El 15 de diciembre de 1995 el fútbol estaba cambiando para siempre, pero nadie lo sabía. En un Tribunal de Luxemburgo, el futbolista Jean-Marc Bosman recibía una sentencia favorable a su reclamo contra el club Lieja, de Bélgica, que debería pagarle una indemnización de 400 mil euros. Además, el fallo reconocía la libertad de acción de los jugadores cuando terminaban sus contratos y, lo más importante, les permitía circular libremente por los clubes de la Unión Europea.
¿Qué pasó después? El famoso caso Bosman explica el mapa del fútbol actual: antes de 1996 sólo podían jugar tres extranjeros por equipo, incluyendo a los europeos, pero después de aquel fallo los jugadores comunitarios dejaron ocupar cupo. Atrás quedaban las épocas del Milan de van Basten, Gullit y Rijkaard, el Napoli de Maradona, Alemao y Careca o el Barcelona de Koeman, Laudrup y Stoichkov. Empezaba una nueva era.
Jean-Marc Bosman, el hombre que cambió el fútbol.
La Liga de Campeones de Europa pasó a ser el mejor torneo de fútbol del mundo porque juntó a los jugadores más importantes del continente con los más destacados de los principales mercados exportadores, como América y África. Solo hacía falta encontrar un familiar perdido en el árbol genealógico para conseguir un pasaporte que convirtiera a todos en “europeos”.
Sin límites para contratar extranjeros, los clubes más poderosos empezaran a armar selecciones del mundo. Hasta el punto, por ejemplo, de que el Inter de Mourinho ganó la Champions en el 2009 saliendo a la cancha sin jugadores italianos.
Javier Zanetti, capitán y símbolo del Inter de los extranjeros.
El fútbol sudamericano empezó a ganar plata como nunca antes, pero perdió su preponderancia histórica. Hasta el 95 se habían jugado 34 ediciones de la Copa Intercontinental y los clubes de la Conmebol dominaban 20 a 14, desde el 96 se dio vuelta la tortilla: los de la Uefa están arriba por 19 a 6, incluyendo el nuevo Mundial de Clubes donde ganaron 12 de las 16 ediciones —y las últimas 7 consecutivas—.
Brasil, Uruguay y Argentina siguen siendo los países que producen los mejores futbolistas del mundo, Chile, Colombia, Perú, Paraguay y Ecuador crecieron, pero las grandes figuras de Sudamérica se van cada vez más rápido. En el 2015, Barcelona ganó todo con un tridente sudaca que casi no pisó estas tierras: Messi (nunca jugó en su país), Suárez (35 PJ en Nacional) y Neymar (fue vendido con 21 años).
En 2014, San Lorenzo hizo lo que pudo contra el Real Madrid.
Las diferencias futbolísticas y económicas entre Europa y Sudamérica crecieron hasta niveles sorprendentes, sin contar los detalles organizativos, reglamentarios, la infraestructura y la audiencia global. Vemos a la Champions como a la mamá de nuestro mejor amigo: perfecta, amable, sonriente, nunca nos reta, pero jamás será como nuestra mamá, esa a la que amamos ciegamente porque es la mejor del mundo. Admiramos la Champions, sí, pero queremos la Libertadores.
La década del 90 marcó un quiebre en la competencia más importante del viejo continente: el cambio de nombre y el himno fueron mucho más que eso. Atrás quedaba la Copa de Clubes Campeones Europeos para abrirle las puertas a una mayor cantidad de equipos, que significaban nuevos mercados sin perder el nivel de la competencia.
Real Madrid, el máximo ganador de la competencia.
Para el recuerdo, en blanco y negro, quedaban las imágenes de Alfredo Di Stéfano, Eusebio, Helenio Herrera, Cruyff, Gerd Müller, Platini y Beckenbauer, entre otras viejas glorias de la Copa de Europa, y llegaba el momento de los Van Basten, Ferguson, Zidane, Raúl, Oliver Kahn, Ronaldo, Ronaldinho, Mourinho, Guardiola y demás héroes modernos. Pero sería una rivalidad sin igual la que se llevaría todas las miradas: Lionel Messi vs. Cristiano Ronaldo.
Para Lionel Messi levantar la Champions se convirtió en el gran objetivo de cada temporada. Cambió la historia del Barcelona en el rubro: cuando él llegó, el club la había ganado solo una vez y ahora va por la sexta. Después de perder la Liga, para los catalanes no queda otra más que dejar en el camino al Napoli y viajar a Portugal.
Barcelona se juega el último objetivo de la temporada.
El equipo italiano de Gennaro Gattuso maquilló una pobre temporada ganando la Coppa Italia, no es candidato a quedarse con la Champions, pero tiene una estirpe histórica que lo obliga a dejar todo hasta el último minuto. No se puede saber qué será el Napoli para el Barcelona, pero lo único seguro es que no se entregará sin pelearla.
Después de barrer al rey de la Champions, el City de Guardiola sacó chapa de candidatazo. Tiene todo: equipo, individualidades, un gran técnico y la estructura económica y deportiva como para pegar el salto tan esperado. Además, para Pep significaría sacarse el estigma de que solo pudo ganar el torneo más deseado dirigiendo al Barcelona.
Manchester City, el único equipo inglés que sigue en carrera.
Para el Real Madrid la eliminación temprana en octavos significa volver a sentir el dolor de un golpe que había olvidado. Zidane acomodó las cosas y alcanzó para arrebatarle la Liga al Barcelona, pero Benzema solo tirando del carro no fue suficiente. Los errores defensivos, sin Sergio Ramos y con Varane en el centro de las críticas, le dieron la estocada final.
Una de las sorpresas que dejó la reanudación de la Liga de Campeones fue el tropiezo de la Juventus contra el Lyon. Los franceses, que no pudieron competir en su torneo doméstico, sacaron un impensado pasaporte a cuartos y todo lo que venga será ganancia para ellos. Del otro lado, Cristiano Ronaldo hizo lo que pudo, pero sus goles solo sirvieron para lo de siempre: ganar la Serie A. El futuro de varios en el club turinés es una incógnita porque no haber cumplido el objetivo máximo siempre tiene consecuencias.
El gigante de Munich siempre es candidato.
Otro que se arma para ganar la Champions es el Bayern München, que en principio dejó todos los papeles ordenados y solamente tendría que sellar la clasificación contra el Chelsea, después de ganarle 3 a 0 en Inglaterra. El gran campeón alemán no pierde un partido oficial desde diciembre del año pasado y tiene argumentos de sobra para pelear por el título.
En la lista de los que casi siempre son campeones en su país, pero no pueden adueñarse del continente, el PSG es un abonado. Los millones de los jeques compran todos los jugadores de calidad que hagan falta, pero a veces no alcanzan para dar el golpe. La expectativa, esta vez, está puesta en Neymar, que se fue de la sombra de Messi para hacer su propio camino y todavía anda en eso.
"Papu" Gómez, líder del sorprendente Atalanta.
Mano a mano, partido único, en cancha neutral y sin gente, todo eso es sinónimo de que cualquier cosa puede pasar. Y ahí está el Atalanta del “Papu” Gómez con su boleto a Disney. La Cenicienta de Europa, el equipo que hace hablar al mundo por su forma de jugar, que mete goles de a puñados, invita a ponerle unas fichitas como posible revelación.
En la cajita de las sorpresas el Atalanta no está solo, tiene un competidor impensado: el Leipzig de Alemania, que se cargó al Tottenham, uno de los últimos finalistas. Claro que la historia de los alemanes tiene algunos ribetes especiales: no son los humildes de la competencia, sino todo lo contrario. Se trata de otro club de probeta, fundado en el 2009 por un grupo empresario, que en poco más de una década lo llevó a ser subcampeón de la Bundesliga y a jugar cuartos de Champions.
El "Atleti" dejó en el camino a Liverpool, último campeón.
De los grandes históricos que siguen con vida en esta edición de la Champions, el único que no la pudo ganar nunca es el Atlético de Madrid. ¿Y si 2020 es el año de los “Colchoneros”? Sería una justa recompensa para el “Cholo” Simeone y la despedida perfecta del “Mono” Burgos. Juntos estuvieron muy cerca de la gloria dos veces y esperan que la tercera sea la vencida.
La ruleta de la Champions, el torneo más importante del mundo, está girando de nuevo. ¿Quién se quedará con todo? Todo es todo: la copa, la plata, el prestigio y la gloria.
