¿Qué pasará con el fútbol?

Mauricio Coccolo

La segunda ola del coronavirus llegó a la Argentina y el mundo del fútbol, como todo el país, quedó envuelto por discusiones que parecían superadas. Desde hacía algunos meses, muchos planteles venían registrando casos, pero en las últimas semanas los números de contagios encendieron las alarmas.

Primero fue Sarmiento de Junín, que tuvo 20 jugadores contagiados. El plantel del Verde posando con barbijos en la mitad de la cancha fue la imagen que resumió el momento. Como un detalle anecdótico, el disminuido once de Sciacqua (que la pasó mal) conseguiría su primera victoria desde que volvió a Primera.

Otro club que padeció el coronavirus fue Gimnasia de La Plata, que llegó a un total de 16 contagios en su plantel. El Lobo armó como pudo el equipo para enfrentar a Lanús y lo curioso fue que después de la derrota frente al Granate, dieron positivo Guifrey y Weigandt, dos que habían sido titulares porque no presentaban síntomas.

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Banfield también sufrió un brote que llegó a 18 contagios antes del empate 2 a 2 contra Estudiantes. El detalle fue que el Taladro había jugado en San Juan, entresemana, contra Vélez y después de la victoria que los clasificó a la Copa Sudamericana los jugadores y el cuerpo técnico se sacaron una foto multitudinaria en el vestuario.

En el ascenso hubo muchos casos de coronavirus, pero los más polémicos se registraron en un partido entre San Martín de Tucumán y Mitre de Santiago del Estero, que dejó como saldo una decena de futbolistas contagiados en el conjunto santiagueño y una denuncia de los dirigentes tucumanos asegurando que habían jugado con síntomas.

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La situación de Independiente generó controversias por diferentes motivos. Primero, porque se dio antes del clásico contra Racing una ola de contagios que afectó a muchos de los titulares. Segundo, porque Sebastián Sosa, uno de los positivos, contó que se había sentido mal la mañana previa al partido con Talleres. Y tercero, porque entre los contagiados está Julio César Falcioni, un paciente de altísimo riesgo.

Además, Independiente ya había tenido problemas con el coronavirus porque perdió a su goleador Silvio Romero en la semana previa al partido con Boca.

El clásico de Avellaneda quedó envuelto por la segunda ola de coronavirus en el país, Independiente perdió 10 jugadores y Racing se quedó sin Piatti y Soto, aunque lo curioso en la Academia es que viene registrando bajas por Covid-19 a cuenta gotas desde hace semanas, totalizando una docena de casos.

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Los especialistas coinciden en que hubo un relajamiento generalizado de los cuidados y el fútbol no fue excepción. Debido a que los protocolos dejaron de cumplirse como correspondía y los controles aflojaron, la AFA decidió una especie de vuelta a Fase 1, que en realidad es "un ajuste de clavijas", tal como lo definió el doctor Donato Villani.

Una muestra de lo que está pasando con los futbolistas es el caso de Carlos Tevez, que en plena cuarentena estaba en contra de la vuelta del fútbol porque no se podía jugar mientras la gente moría, pero hace unos días organizó el cumpleaños de su hija y se subió al escenario a cantar junto a una banda de músicos sin barbijo ni distanciamiento.

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Otro que generó críticas con sus actitudes fue Paulo Dybala. El delantero de la Juventus tuvo que pedir disculpas después de asistir a una fiesta clandestina. Dybala no escarmienta: estuvo meses sin jugar por el virus, sufrió las secuelas físicas cuando volvió y, además, su hermano fue imputado por violar la cuarentena.

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La imagen más repetida del fútbol en pandemia son los estadios vacíos, pero repletos de allegados. El palco de Riquelme en la Bombonera fue uno de los puntos conflictivos, tanto que el vice de Boca tuvo que explicarle a la justicia por qué llevó a su hijo a la cancha sin hacer la cuarentena después de un viaje en el que se contagiaron 44 estudiantes.

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Hace más de un año, cuando el número de casos era mucho más bajo que por estos días, Claudio Tapia levantaba la bandera del cuidado sanitario y mantenía la actividad paralizada. Esta semana, el río de rumores trajo muchas versiones, pero por el momento, según lo que dijo el ministro de Deportes Lammens, no piensan en suspender el fútbol.

Los dirigentes de los clubes, mientras tanto, hacen malabares para cubrir los costos de jugar en pandemia. Según contó José Lemme, presidente de Defensa y Justicia, llevan gastados más de 10 millones de pesos en hisopados desde que volvieron a jugar y por eso le pidió ayuda a la Nación para seguir manteniendo a la gente en sus casas mirando los partidos.

De acuerdo a lo informado por Alejandro Domínguez, la Conmebol donó 85 millones de dólares a sus asociaciones para que cubrieran los costos de la pandemia. En el caso de la AFA, habría recibido 8.5 millones de dólares, algo así como 780 millones de pesos, que repartidos entre 150 clubes serían 5.2 millones para cada uno.

El tema es que la Conmebol exige testeos PCR, que cuestan entre 5.500 y 6.500 pesos, pero en sus torneos la AFA permite hacer testeos salivares, o rápidos, que salen entre 1.500 y 2.000 pesos. Por lo tanto, en la competencia local el costo total durante la pandemia sería de 3.600.000 pesos. Si los clubes recibieron efectivamente 5.2 millones, no deberían tener problemas para cubrir esos gastos.

Por ahora, mientras la gente se adapta a las nuevas restricciones para colaborar con el cuidado colectivo, la pelota sigue girando.