River impuso condiciones contra Boca. Otra vez. El plan de Gallardo superó nuevamente al del rival de toda la vida. De los últimos 12 clásicos los Millonarios perdieron solo 1 en los 90 minutos, y fue una derrota menor porque igual pasaron a la final de la Libertadores.
Después de cuatro empates consecutivos en los que Boca se fue con dos triunfos por penales y la sensación de que la pesadilla había terminado, la figura de Marcelo Gallardo volvió a adueñarse del partido más importante del país.
Los tres puntos, combinados con la posterior derrota de Talleres, dejaron a River en lo más alto de la tabla de posiciones cuando quedan 11 fechas para el final del campeonato, pero lo más importante no se puede medir y es el impulso que significa ganar el Superclásico.
Por primera vez en mucho tiempo los hinchas de River no tienen más partidos de su equipo para ver que los del torneo local. No hay copas internacionales ni locales que distraigan la atención. Todos los cañones apuntan al único casillero vacío del ciclo Gallardo.
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Para el club más campeón de la Primera División del fútbol argentino, siete años sin ganar el campeonato es mucho tiempo. La última consagración de River a nivel local fue de la mano de Ramón Díaz en el torneo Final 2014, desde entonces sumó 12 títulos, pero ninguna liga.
Cuando los libros de historia recuerden el paso de Gallardo por River nadie reprochará sus flojas participaciones en el ámbito doméstico, pero el propio técnico se propuso conseguir la medalla que le falta y no se escapa del mote de candidato.
Después de sufrir una dura eliminación contra Atlético Mineiro, River encadenó 8 partidos sin perder, con 6 triunfos y 2 empates. La racha se sostiene en muchos puntos altos del equipo: Armani, Casco, Martínez, Enzo Pérez y Julián Álvarez, el mejor jugador del fútbol local.
Además, la variedad de opciones que tiene Gallardo en el plantel le permiten meter mano sin que se noten demasiado las ausencias. Cuando el técnico los necesita ahí están Simón, Palavecino, Rollheiser, Zuculini y Girotti, entre otros.
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Todavía quedan 33 puntos en juego y Talleres asoma como el rival directo. La T se adueñó de la punta durante 6 fechas consecutivas, tropezó en Varela, pero sabe que recibe al Millonario dentro de dos jornadas en lo que puede ser un cruce decisivo para el futuro de ambos.
Un detalle no menor: Talleres es el único equipo que pelea en dos frentes. Los dirigidos por el Cacique Medina están en semifinales de la Copa Argentina, a dos partidos de sumar un título. El rival será Godoy Cruz, uno de los equipos del momento, y por el otro lado aparece Boca.
Precisamente, para el Xeneize la Copa Argentina es el único objetivo que le queda en el 2021. Además del valor que el título tiene por sí mismo, es el camino más corto para llegar a la Copa Libertadores del 2022.
Boca está en una montaña rusa de la que no puede salir. Empezó el año dando una vuelta olímpica en San Juan, después volvió a ganarle un mano a mano a River, pero en un par de meses perdió por penales duelos decisivos contra Racing y Atlético Mineiro.
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La tumultuosa eliminación de la Copa Libertadores dejó a Russo en la cuerda floja y dependiendo de un pleno contra River en la Copa Argentina. Los penales volvieron a darle lo que antes le habían quitado y Boca sacó al equipo de Gallardo a pura defensa y puntería.
El crédito del resultado le duró poco: 1 triunfo en 16 partidos y 10 sin ganar fueron una racha insostenible para Miguel Ángel Russo, que dejó su cargo después de perder con Estudiantes. Sebastián Battaglia, que venía de la Reserva, ascendió a técnico del primer equipo.
El trabajo de Battaglia empezó con un dilema que todavía no está resuelto: ¿grandes o pibes? El nuevo entrenador apostó, al principio, por los más chicos, pero cuando llegó el primer partido importante, contra Patronato por la Copa Argentina, volvieron los experimentados.
Boca tiene un plantel de extremos y Battaglia jugó a dos puntas. De un lado aparecen los Molinas, Sandez, Medina, Varela, Zeballos y Vázquez, mientras que del otro están los González, Fabra, Rolón, Cardona, Orsini, Pavón…
Mientras los resultados lo acompañaron y contó un invicto de 8 partidos, Battaglia pudo dormir tranquilo. Los exagerados, que nunca faltan y casi siempre fallan, lo arrimaron a la figura de Bianchi, pero el castillo se desmoronó en último Superclásico.
La figura de Battaglia quedó en el centro de las polémicas por los cambios que hizo en el entretiempo del partido contra River y la actitud que adoptó Boca en el complemento. Al final, terminó perdiendo mucho más que un clásico.
Noveno, a 9 puntos, el campeonato queda lejos para Boca. En la tabla anual que clasifica a las copas internacionales está a 6 unidades del último lugar de Libertadores y, si bien tiene un cupo asegurado en la Sudamericana, parece poco para un club con tantas obligaciones.
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En el futuro inmediato de Boca aparecen Argentinos Juniors o San Telmo y Talleres o Godoy Cruz, como rivales para levantar la Copa Argentina. Después, a mediano plazo, la dirigencia deberá resolver si de verdad apostará por los pibes o seguirán siendo un parche momentáneo.
Las esquirlas del Superclásico todavía vuelan por los aires. Boca no quiere caerse por el tobogán y River busca aprovechar el envión. En el sube y baja, cada uno atiende su juego.
