“Vuelvo a River para salir campeón”.
Esa frase fue pronunciada por Don Ángel Amadeo Labruna en enero de 1975, cuando fue contratado para ser el DT que tenía la difícil tarea de cortar con una racha oprobiosa de 18 años sin ganar un campeonato.
El último había sido en 1957, coronando un tricampeonato desde 1955, cuando Labruna era la gran figura de River, cerca del retiro y José María Minella el técnico.
En aquellos años, para River salir campeón era lo más normal del mundo, algo tan fácil y natural como respirar.
Ángel Labruna. Foto: Museo River
Luego vinieron 18 años de escaso brillo y mucha oscuridad: 11 subcampeonatos locales, la Copa Libertadores que se escapó en 1966 ante Peñarol después de ir ganando 2 a 0 y que dio origen al mote de “Gallinas”.
El hincha de River, a comienzo de cada año se ilusionaba y afirmaba: “Este año se va dar”, pero siempre pasaba algo y la frustración ya pesaba toneladas y se agigantaba, cada vez más.
El penal errado por Delem ante Boca en el 62, la mano no cobrada por el árbitro Guillermo Nimo al defensor Luis Gallo de Vélez en el 68, campeonatos que parecían ganados, perdidos en las últimas fechas de manera increíble y grandes jugadores como Ermindo Onega, Luis Artime, Luis Cubillas o Roberto Matosas que no pudieron dar jamás la vuelta olímpica con la camiseta de la franja roja.
El lacerante mote de “Gallinas” que cada día, cada año, dolía más en el alma y en el orgullo.
En 1975 renació la ilusión de la mano de Don Ángel que venía de dirigir a un exitoso Talleres en el año anterior.
La llegada de veteranos como Roberto Perfumo, “Perico” Raimondo y Pedro González. El regreso de “Pinino” Más desde Real Madrid, un Fillol que parecía imbatible, la maduración de los jóvenes de las inferiores como Merlo, J.J. López, el “Beto” Alonso, Sabella y “Vitrola” Ghiso, más la capacidad goleadora del “Puma” Carlos Manuel Morete, la llegada de dos figuras de Talleres como Pablo Comelles y “el Gringo” Héctor Artico, sumado a la irrupción de Daniel Pasarella, le dieron el marco a un plantel rico y equilibrado, con experiencia y juventud, guiado desde la sabiduría de Labruna en el banco.
"Pinino" Más
En ese Metropolitano de 1975, River arrasó en la primera rueda, tuvo una racha de 8 triunfos consecutivos, goleó a San Lorenzo, venció a Racing, a Independiente y consiguió una victoria sobre Boca en la Bombonera por 2 a 1.
Todo presagiaba un final feliz, aunque el que se quema con leche…
River llenaba estadios de local y de visitante, en las tribunas la hinchada cantaba el tema de Palito Ortega: “Yo tengo fe”.
En la segunda rueda todo cambió. Reaparecieron los viejos fantasmas. El equipo bajó el rendimiento. Boca y Huracán se acercaron peligrosamente en la tabla de posiciones. El “Beto” Alonso fue suspendido por 6 fechas por insultar a un árbitro y tres derrotas consecutivas (una de ellas frente a Boca por 1 a 0 en el Monumental) encendieron las alarmas.
El 3 de agosto por la antepenúltima fecha reapareció Norberto Alonso y convirtió los dos goles de un triunfo clave ante San Lorenzo por 2 a 0. Una vez más el título estaba al alcance de las manos.
Norberto Alonso
Ese día el “Beto” Alonso se convirtió en ídolo de River.
Corría 1975 y el país estaba a punto de estallar. El Rodrigazo provocó una inflación sideral, inmanejable. Se empezaba a hablar de un golpe militar al gobierno de Isabel Martinez de Perón. Futbolistas Agremiados decretó un paro y AFA decidió que la penúltima fecha se jugara igual.
En la noche del jueves 14 de agosto de 1975, River presentó un equipo integrado por jugadores de la cuarta y quinta división ante Argentinos Juniors en la cancha de Velez.
Ante una multitud, los pibes no podían vulnerar a su rival, hasta que apareció el ignoto Rubén Norberto Bruno, el pibe metió un zurdazo a los 24 minutos del complemento, para convertir el gol más esperado y gritado por el hincha “Millonario”.
Fue el gol del campeonato que le esquivó a River durante 18 años.
El festejo de Rubén Bruno
Fue gol, grito y locura. Fue un frenético alarido de pasión que estalló en cada rincón del país, donde latía un corazón “millonario”.
Para miles de esos jóvenes hinchas tenía el sabor único e irrepetible de la primera vez.
River volvía a ser campeón, una costumbre que recuperó a partir de ese momento para consolidarse como el club más veces campeón del siglo XX, en certámenes locales.
El domingo 17 de agosto de 1975, ya en el Monumental, River con los titulares le ganó 2 a 0 a Racing con goles del “Puma” Morete y Alonso, en un partido de un tiempo, ya que el segundo no pudo disputarse por la invasión de campo de 10 mil hinchas de River que sólo querían festejar y ser felices.
Aquel equipo campeón con Fillol; Comelles, Perfumo, Artico o Pasarella y Héctor López; J.J. López, Merlo o Raimondo y Alonso; Pedro Gonzalez, Morete y Más se convirtió en poster y en leyenda.
El equipo de River campeón del Metropolitano 1975
El Viejo Maestro Ángel Labruna cerró un triste ciclo de fantasmas y postergaciones, cargadas y humillaciones.
Labruna reflotó la grandeza de River y le abrió la puerta a decenas de títulos, uno tras otro.
Seguramente ninguno fue tan festejado como el Metro 75.
“Vuelvo para salir campeón” dijo don Ángel Labruna.
Una vez más, el viejo Maestro no se equivocó.
