Las grandes estrellas del fútbol, esas que año a año deben hacer espacio en sus vitrinas para poder agregar un nuevo trofeo, tienen una frase que repiten sin falta en cada coronación: los premios individuales son un gran honor para quien los consigue, pero los que verdaderamente importan son los logros colectivos. Aunque la afirmación sea cierta, también lo es que habría sido muy injusto que Robert Lewandowski terminara el 2020 sin un reconocimiento al mejor momento de su carrera. Se le negó el Balón de Oro porque la revista France Football cambió su tradición por la pandemia, pero la entrega de los premios The Best puso las cosas en su lugar.
El polaco realizó una temporada excepcional. A la conquista de la Champions League como figura del poderoso Bayern Múnich, le sumó un récord sin precedentes: se quedó con el triplete de Champions, liga y copa local siendo el goleador de las tres competiciones. En un año flojo de Messi y Ronaldo a nivel continental, le ganó la pulseada final a Neymar como la estrella de Europa. Fue un año consagratorio para un jugador que, en sus inicios, parecía destinado a un fracaso seguro.
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Robert Lewandowski nació en Varsovia, la capital de Polonia, el 21 de agosto de 1988. Como su papá era judoca y futbolista y su mamá era jugadora de vóley, nunca se imaginó un futuro sin deportes de por medio. Mostró desde que era chico un talento natural con la pelota en los pies, pero su mala conducta y su contextura física eran dos rivales que parecían imposibles de gambetear.
Durante su adolescencia, Lewandowski se cansó de que todo el mundo le diera consejos para subir de peso. Como era muy flaco y no tenía la fuerza necesaria para chocar con los centrales, le recomendaban dietas especiales hasta el hartazgo. Pero lo que más preocupaba a sus entrenadores era que su comportamiento estaba lejos de ser el ideal: le hacía bromas ofensivas a la policía, le iba muy mal en el colegio y llegó a robarle el auto a sus padres para correr en picadas ilegales.
A pesar de los obstáculos que él mismo ponía en su camino, se abrió paso en inferiores a fuerza de goles y estaba cerca de cumplir su objetivo cuando sufrió uno de los golpes más duros de su vida. Su papá, el responsable de su obsesión por la pelota, murió antes de su debut profesional. Lewandowski estuvo a punto de largar todo y abandonar el fútbol para siempre, pero la tragedia tuvo un efecto inverso en su personalidad. Maduró de golpe, se enfocó en su juego y los resultados empezaron a llegar.
La liga de Polonia le quedó chica demasiado rápido y fue transferido al fútbol alemán a pedido de Jürgen Klopp. Se sumó al Borussia Dortmund en el 2010 para ser el sustituto de Lucas Barrios y estaba ansioso por gritar sus goles en los grandes escenarios europeos, pero tuvo que esperar. Aunque Klopp creía en su potencial, no ignoraba sus limitaciones, y lo hizo jugar de enganche durante todo un año para que ganara pausa y visión de juego.
El cambio de posición lo transformó en un jugador más completo y se quedó con el puesto de centrodelantero. El 2013 fue el año de su explosión: superó el centenar de goles con la camiseta amarilla, le metió 4 al Real Madrid en semifinales de la Champions y fue una de las revelaciones del torneo, que se le escapó sobre la hora contra el Bayern Múnich. Más allá de la derrota, todos los grandes europeos lo querían en sus filas.
Lewandowski se fue de Dortmund a Múnich en condición de jugador libre, en una transferencia que sacudió al fútbol alemán. En el conjunto bávaro desplegó una de sus actuaciones más recordadas en un partido contra el Wolfsburgo. El equipo perdía por 1 a 0 y él estaba en el banco de suplentes, Pep Guardiola lo metió a la cancha en el complemento y el polaco se despachó con 5 goles en 9 minutos.
Sus festejos sirvieron para prolongar el reinado de un equipo sin competidores a nivel local, que ganó todas las ligas disputadas desde 2013 hasta la fecha. Lewandowski dio 12 vueltas olímpicas en 6 temporadas con el Bayern, y se posicionó como uno de los grandes goleadores del fútbol europeo. Su fútbol no alcanzó para que Polonia pasara la primera ronda en el Mundial de Rusia 2018, pero tendría su revancha personal un par de años más tarde.
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Volvió del parate por la pandemia a un nivel altísimo y apareció en los momentos decisivos en el camino hacia la “Orejona”, el gran objetivo de Bayern en la temporada. Participó de los 7 goles que su equipo le hizo al Chelsea en octavos de final, con 3 goles y 4 asistencias; convirtió contra el Barcelona en cuartos; volvió a marcar en la semifinal contra el Lyon y celebró con euforia la coronación en Lisboa ante el Paris Saint Germain, cerrando la mejor temporada de su carrera.
Bayern Munich cerró el año con un triplete histórico, en gran parte, gracias al aporte goleador del gigante polaco. Tan importante fue la tarea del “9” que se convirtió en el máximo artillero de las tres competiciones principales (liga, copa y Champions) en la misma temporada, un récord inédito en Europa. Su rendimiento provocó que la gala de los premios The Best no tuviera ni un poco de suspenso, aún con Messi y Cristiano Ronaldo entre los ternados, porque la escala de méritos era evidente: el amo y señor del 2020 fue Robert Lewandowski, y el mundo del fútbol reconoció, sin polémicas ni cuestionamientos, que ganó el mejor.
