Se fue de Boca

Gabriel Rodríguez

La carrera futbolística de Carlos Alberto Martínez Tevez fue magnífica, porque desde que comenzó a jugar de manera profesional, hace más de 20 años, fue consiguiendo todo lo que se propuso. Imaginate que no le alcanzan los dedos de las manos con los dedos de sus pies para contar la cantidad de vueltas olímpicas que alzó en estas dos décadas, con 29 títulos y 11 de ellos en Boca.

Tevez no sólo cerró un ciclo como jugador Xeneize, con Tevez se fue el último ídolo de una época dorada y en donde hizo historia cada vez que se puso la azul y oro. Como un pibe de 37 años, estaba marcando un camino, acompañando también a los que recién van apareciendo porque tenía esa responsabilidad de calzarse la “10” y con la cinta de capitán ser el referente de todos.

Muy hincha de Boca, en realidad toda la familia lo es, cumplió el sueño de jugar y ganar allí. “Boca es una pasión que no se puede explicar” declaró. Entonces, todo dicho.

Triunfó donde jugó. Un grande. Atrás quedó una década en el exterior con un intenso protagonismo. Salvo en West Ham en donde no salió campeón pero ayudó a evitar el descenso, siempre se dio el gusto de celebrar al menos un título con algunas de las camisetas que vistió: Corinthians, Manchester United, Manchester City, Juventus y hasta la Copa China con el Shangai Shenhua en la peor temporada de su carrera.

Esa etapa en China quizá fue la única mancha en su fructífera carrera en el club de la ribera, porque el “mundo Boca” destacó su regreso a los 31 años de una Juventus protagonista, subcampeón de Champions y con contrato vigente, y ese “mundo Boca” posteriormente entendió como un desamor el haber dejado el club para firmar un contrato por 80 millones de dólares en el club asiático.

Y volvió, por tercera vez. Y ganó y fue campeón. Emparentado con Angelici se paró en la vereda de en frente a Riquelme, soportó estoicamente ataques del Consejo de Fútbol que se cansó de mandar mensajes por lo bajo, sacando también a jugadores amigos de él en el plantel, y terminó siendo la “bandera” de Miguel Russo y no la de Alfaro.

Se murió su papá, se ausentó de las prácticas, el rendimiento no fue el mismo y terminó participando en un equipo al que no se le cayó una idea, con pocos recursos futbolísticos y la verdad, fue bastante entendible que no quiera cargar más con todo eso: tiene 37 años, no 25.

Tevez se fue de Boca. Revirtió aquello de que había Tevez para rato, enmarcado en la decisión de ganar la séptima Libertadores. Pleno, vivo, en un medio donde todo es muy personal y subjetivo, logró que el fútbol no lo retire, sino al revés.

Destacó que está agotado mentalmente, que quiere ser más papá, más hijo, más hermano, más esposo y no son pocos los que ven un futuro aún de pantalones cortos por otros lados y otro de pantalones largos, empezando a darle forma a un proyecto político dentro del club pensando en 2023 para desplazar a Ameal-Riquelme.

“Mi sangre no es roja, mi sangre siempre va a ser azul y amarilla” dijo el Apache. Tan azul y amarilla que su último gol con esos colores se lo hizo a… River.

Probablemente necesite descansar. También es claro que Boca se quedó sin ídolos en la cancha.

Tevez dejó de ser el jugador de Boca, pero seguirá siendo el Carlitos de la gente porque su carisma, su impronta y sus modos trascendieron los colores de su club.