A los jubilados les desaumentaron antes de aumentarles

Adrián Simioni

Los jubilados vienen corriendo de atrás a los precios. Ya lo sabemos. Las jubilaciones aumentan según lo que suben los salarios y la recaudación de la Anses, dos cosas que hace meses vienen detrás de la inflación. Además, se aplican los índices del trimestre anterior, lo que implica también ir por atrás en el tiempo.

Pero ahora pasamos a una fase nueva: antes de darles el aumento, a los jubilados les damos un desaumento. En efecto, estaba previsto que ahora en septiembre los jubilados y pensionados cobraran con un aumento del 23,29 por ciento, porque eso es lo que subieron los sueldos en blanco y la recaudación de la Anses entre abril y junio.

Pero resulta que ese porcentaje es casi exactamente el mismo que el 22% de devaluación del peso que decidió el lunes el Banco Central. Por lo que se ve hasta ahora, en los primeros tres días luego de la medida, casi toda la devaluación se está trasladando a precios. Las consultoras descuentan que sólo la inflación de agosto será de dos dígitos (14% sostienen algunos) y la sensación en las góndolas y los datos que dan algunas empresas es de 20%.

O sea que la máquina de morderse la cola ya no funciona ni mal.

En la política la máquina tampoco parece funcionar mal. En la Antártida, donde hay exclusivamente argentinos empleados del Estado, gente que tiene empleos blindados contra el despido, con buenos salarios comparados a los privados, que se cobran religiosamente en tiempo y sin exigencias de productividad, “la derecha”, como dice el kirchnerismo, ganó por goleada: Milei sacó 125 votos; Bullrich y Larreta sacaron 60 y Massa y Grabois consiguieron apenas 6 sufragios.

Los populistas K no lo pueden creer. Se lo han tomado como una traición. Cómo puede ser que la gente de la Antártida vote por Milei, Bullrich y Larreta, si “ellos” les pagan los sueldos con la plata de los impuestos?

El despecho, el resentimiento, quedó expuesto por un “verdadero demócrata”, el ministro de Trabajo de Axel Kicillof, Walter Correa. Este señor, que también es jefe del sindicato de curtiembres, no tuvo mejor idea que decir que “si gana Milei” los que lo votaron en la Antártida deberían quedarse allí porque al buque Almirante Irízar lo banca el Estado, el mismo Estado que Milei quiere ajustar.

Ni siquiera es una amenaza. Es una idiotez de gente que ya había perdido los escrúpulos y ahora perdió la cordura. Pero el episodio rebela que la máquina política tampoco funciona más.

Es el colapso del modelo populista, clientelar e inflacionario en el momento de la aceleración. En la economía y en la política. Los salarios desaumentan antes de aumentar. Y a los gerentes del modelo que colonizaron el Estado no los votan ni sus propios empleados.