Capitalismo de amigos a full

Adrián Simioni

El ministro Martín Guzmán anunció ayer que va a flexibilizar el cepo para las petroleras. Es un cambio importante porque implica aceptar que, con cepo, es imposible que haya suficientes inversiones para el desarrollo del país.

¿En qué consiste? Guzmán anunció que, por decreto, va a permitir que las petroleras que produzcan más crudo y más gas que el año pasado van a poder comprar dólares oficiales por el 20% del petróleo y el 30% del gas extra que produzcan. Además para determinar el monto se va a considerar el valor internacional del crudo sin retenciones. Y con esos dólares las petroleras van a poder hacer lo que quieran: dejarlos afuera si provienen de exportaciones, pagar deudas externas o dárselos a sus accionistas como ganancias. Además, sobre

O sea, lo que es normal en cualquier lado del mundo acá es un regalo, una concesión graciosa, que el poder político, el monarca, les va a hacer a estas empresas. No lo hacen porque les gusta sino porque no les queda otra: si no, no produce en el país y hay que importar cada vez más. Es ridículo, porque al cepo lo pusieron “para que no se fuguen dólares” y lo único que logran con eso es que el Banco Central tenga que mandar cada vez más dólares afuera para importar gasoil, gas y, desde la semana pasada, hasta electricidad desde Brasil.

O sea: está bien que al fin hagan esto. El problema es que esto es capitalismo de amigos. Será sólo para las empresas que los burócratas, un ministro, un presidente, señalen con el dedo. ¿Por qué lo que es bueno para quienes invierten en petróleo no es bueno para todos los demás?

La discriminación es grotesca. Al agro, el otro gran exportador, le van a seguir dando pesos devaluados, pero encima al tipo de cambio miserable de 114 pesos por dólar, pero además descontándole las retenciones, con lo que por cada dólar verdadero exportado un sojero termina recibiendo apenas 75 pesos.

Son todas estas cosas absurdas que en ningún país serio del mundo existen ya, o existen como algo marginal, mientras que acá se eternizan por décadas.

Anteayer el presidente Alberto Fernández se quejó de los industriales textiles. Dijo: “Che, pero cómo, los protegí de la importación y ustedes terminan aumentando los precios más que nadie”. Es el único sorprendido. Y, al parecer, sigue sin aprender, porque sigue agrandando el capitalismo de amigos.