Consensuar con los K: suerte con eso

Adrián Simioni

Las empresas privadas argentinas siempre han estado bajo fuego kirchnerista. Desde que asumió, Néstor Kirchner las usó de chivo expiatorio, culpables de todo. Con Cristina Fernández, eso se agravó. Siempre están bajo amenaza. Incluso si han ganado dinero, su capital se desvalorizó en estas dos décadas, igual que todo el país.

Por eso llamó mucho la atención que el Coloquio de Idea, el evento empresario más importante del año, se haya organizado bajo el lema “Ceder para crecer”. Parece una capitulación. A tono con ese lema, Daniel Herrero, que preside el coloquio y es el CEO de Toyota, llamó a poner fin a la grieta y buscar consensos básicos para que la Argentina pueda desarrollarse en paz. Herrero usó como metáfora el Kintsugi, un arte japonés basado en usar cerámicas rotas. La belleza está justamente en esas lastimaduras reparadas. Herrero instó de esa forma a “aceptar la imperfección” del otro para encontrar allí la belleza de todos. Hermoso. Aplausos. ¿Quién puede estar en desacuerdo con eso?

Sin embargo, la idea es un poco ingenua. Cuando menos. O cínica, como dijeron algunos. Por eso a muchos empresarios les disgustó el planteo.

La verdad, es que nadie puede estar contra los consensos. Pero para eso hacen falta contrapartes dispuestas, intelectual, moral y políticamente. Por ejemplo, ¿cómo podrían ponerse de acuerdo la oposición y el kirchnerismo sobre las políticas económicas de fondo si el kirchnerismo sigue negando aún hoy que la emisión descontrolada de pesos que ellos usaron para comprar votos es la causa principal de inflación? ¿Qué quiere ceder Herrero? ¿La verdad?

Hay mil ejemplos. Es el mismo kirchnerismo que exige transformar a Cristina Fernández en una deidad que no puede ser investigada por un fiscal. El mismo que calcula cómo imponer sus diputados nada menos que para cambiar la regla electoral. ¿Consenso? Las tutucas. De prepo. Quiere anular las Paso, que el propio Néstor impuso cuando le convino, sólo para perjudicar a la oposición.

Herrero puede seguir dándole masa a los violines. Pero para consensuar se necesita honestidad intelectual, vocación por el bien común y abandonar el método de dividir para construir poder. Que es todo lo que el kirchnerismo ha hecho desde 2003.