Control de precios: compren pururú, antes de que aumente

Adrián Simioni

300 años antes de Cristo, en Egipto, los monarcas -la época de los faraones había terminado mucho antes- intentaron fijar los precios de los granos. A cada fracaso, sumaban más leyes, agrandaban la burocracia y agravaban las penas. Llegó un punto en que los agricultores directamente huían. Entonces el gobierno obligaba a los que quedaban a un imposible: producir de golpe su propia cuota más la cuota de los que huían. Implicó un colapso profundo de Egipto.

Este es apenas uno de los cientos de intentos que fracasaron en la historia. Hay para tirar a la manchancha.

En la China antigua hubo emperadores que exigieron vender el grano al precio de siempre aún en épocas de malas cosechas. Por ende no quedaba ni semilla para la siguiente campaña, lo que multiplicaba las muertes por hambruna. Para tantos muertos tampoco alcanzaban los ataúdes ¿Por qué? Porque su precio también estaba controlado.

Es famoso emperador romano Diocleciano, la revolución francesa, la Alemania nazi en la guerra, todos intentaron controlar precios y fracasaron. Stalin terminó causando una tragedia humanitaria en Ucrania. También Estados Unidos lo intentó en la segunda guerra. El gobierno llegó a tener 60 mil inspectores y 300 mil voluntarios. Aunque los controles eran limitados, igual eran inefectivos. Las empresas variaban la cantidad o la calidad de los bienes, o presentaban el precio oficial como consecuencia de un descuento que luego no otorgaban. Aún así se atrasaron precios. Por eso al final de la guerra la inflación saltó un 19%.

La Argentina es un compendio en sí misma. Con Perón, se llegó a arrestar a quienes violaban los precios mínimos de ropa y calzado. Se incautaban bienes. En 1952 no dio para más porque ya había desabastecimiento. Hubo que aflojar. La inflación llegó a 40% y Perón inició un plan de ajuste.

Los gobiernos argentinos volvieron a insistir en los 70 y 80. El peronismo generó desabastecimiento con los controles de precios, que igual estallaron en el Rodrigazo, en 1975. La inflación fue de casi 200%.

El gobierno alfonsinista también intentó fijar precios. Pero la inflación promedio fue de 400% anual. Y la emisión sin respaldo terminó en hiperinflación.

Lo demás es historia reciente. Néstor Kirchner llegó a mentir la inflación del Indec. Y Cristina Fernández probó con todo: desde las amenazas de Moreno a los planes de Kicillof. Siempre fracasó.

Ahora lo tenemos a Roberto Feletti, el flamante secretario de Comercio, en un nuevo intento por desafiar a la historia. Un consejo para ver cómo termina esta película: compren pururú, antes de que aumente.