De Precios Justos a Precios Justitos

Adrián Simioni

Hay que cambiarle el nombre al plan de descontrol de precios del Gobierno, Precios Justos, que vence hoy y se renueva. Porque ya no son tan justos y, en cambio, Massa los ha relanzado para llegar justito hasta el balotaje. 

Es decir, el nuevo acuerdo rompe un nuevo récord: se hace sólo por dos semanas. Cada vez más descosido todo. Cada vez más precario. Cada vez más corto.

Aparentemente ya hay un "acuerdo" con 165 empresas que aceptaron aumentar los precios un 5% (¿se acuerdan de que cuando Massa asumió prometió para marzo un 3% de inflación?), pero sólo hasta el domingo de las elecciones. Y Massa aceptó. El martes siguiente, el 21, se “autorizarán” nuevos aumentos, aunque para entonces vaya a saber qué poder tendrá el gobierno para “autorizar” nada.

Es que no se puede tapar el sol con las manos. Los productos de Precios Justos han desaparecido de las góndolas aún más de lo que desapareció la nafta súper de las YPF en las últimas semanas. 

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Sobre todo en el interior del interior, donde el Indec no mide la estampida de precios ni Matías Tombolini, secretario de Comercio, ve las góndolas vacías. La inflación ponderada en todo el país ya es mucho más alta de lo que mide el Indec. 

Aún así, el lunes anterior a las elecciones el Indec difundirá la inflación de octubre, que va a girar en torno al 10 por ciento. Por eso el 5% de la galera que saca Massa con estos Precios Justitos es otro conejo muerto. Hace rato que la inflación duplica o triplica los presuntos acuerdos de precios. Insostenible para las empresas. Por eso los productos no se encuentran. Como la nafta a 287 pesos.

Otro buen ejemplo. Las naftas acaban de subir hoy 7,5% (eso para el Gran Buenos Aires y un par de ciudades más; en el resto los precios todavía están muy por encima y aún se ven faltantes). Todo esto por tres semanas: hasta noviembre, en que vendrá otro aumento. Y eso que Massa volvió a postergar un aumento de impuestos a los combustibles que se viene acumulando sucesivas postergaciones desde 2021.

A todo esto, Massa exhibe su inagotable capacidad para poner cara de póquer, simular demencia y mantener los platitos en el aire, en medio de toda esta extrema precariedad atada con baba, mientras fuerza a las empresas privadas a participar de su campaña electoral simulando que acuerdan precios y los piqueteros y sindicalistas ahogan en un océano de silencio el mayor saqueo inflacionario a los ingresos y salarios en 30 años. Lo único que sobra en la Argentina del desabastecimiento es la hipocresía.

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