Desesperados, sin salida

Adrián Simioni

El kirchnerismo y Alberto Fernández están como esos matrimonios que se odian profundamente pero no pueden separarse porque no tienen plata para pagar dos alquileres.

Los ataques son cada vez más frecuentes. Ya son diarios. Pero todas las noches tienen que volver bajo el mismo techo.

Esta mañana fue el turno del número dos de La Cámpora, Andrés "El Cuervo" Larroque. Cuando él habla, hablan Máximo y Cristina. Y acaba de decir cosas terribles. Dijo que el Presidente se sumó a una operación para minimizar el atentado contra Cristina. Que es ingrato con Cristina. Que es poco inteligente. Dijo que es un rehén del FMI, que su gobierno no va para un lado ni para el otro y que la justicia social está en un segundo plano para el Presidente. Frutilla en el postre: lo acusó de tener mala fe con el cristinismo.

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Sin embargo, no rompen. Es lo que acaba de pasar nada menos que con el ministro del Interior, Wado de Pedro, que debería ser un colaborador clave de Alberto, pero va y dice que el presidente es un tipo sin códigos. Los albertistas le responden. Pero Alberto no se anima a echarlo por temor a Cristina. Y De Pedro, es decir Cristina, no desmiente que para él Alberto es un tipo sin palabra, pero tampoco se anima a dar un portazo.

Cristina está desesperada. Atrapada en una situación sin salida. El rechazo de Lula a visitarla en el Senado exhibe su desprestigio: ni Lula quiere quedar pegado. Los K se votaron contra el acuerdo con el FMI, pero luego de saber que lo votaría la oposición, porque si no ellos mismos saltaban por los aires. Los K impidieron que Alberto y su exministro Guzmán hicieran un ajuste racional, pero ahora se comen callados el ajuste de Massa porque saben que, si no, la alternativa es peor: un ajuste por hiperinflación. Los medios K y La Cámpora dicen que Cristina está proscripta por la Justicia -lo cual es una mentira porque a ese fallo le faltan dos años para quedar firme-. La verdad es que las encuestas marcan que ella perdería cualquier elección presidencial y por eso anunció que no será candidata.

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Del lado del gobierno, están igual. Odian a Cristina. La consideran una desleal que bombardeó todas las políticas de Alberto por la mezquindad de no pagar costos políticos. Pero Alberto no se puede desprender de ella y rajar a los De Pedro para terminar con el doble discurso de los K en su gabinete porque el aparato estatal copado de ñoquis kirchneristas le haría la vida imposible.

Están desesperados. Sin salida. Se odian. Se gritan. Se insultan. Pero esta noche volverán a acostarse juntos, no para hacer el amor, sino porque no tienen otro lugar en el cual dormir.