El Estado de Katopodis, propiedad privada del kirchnerismo

Adrián Simioni

La buena noticia es que el kirchnerismo está volviendo a sus fuentes peronistas. La mala es que ha empezado a hacerlo por exigir el carnet de afiliación a los que trabajan en el Estado, como pasaba en la etapa más fascista del peronismo. O casi. Está en eso.

¿Por qué decimos esto? Porque ayer el ministro de Obras Públicas de la Nación, Gabriel Katopodis, anunció que hoy, a esta hora, impulsaría un “paro activo” en todas las obras públicas del país para que los empleados del Ministerio dejen sus oficinas y vayan a todas las obras públicas que se están haciendo y durante 30 minutos les “expliquen” a quienes trabajan en ellas que, si gana la oposición, se van a quedar sin trabajo porque “no se van a construir más escuelas, hospitales, universidades ni cloacas".

"Todos los trabajadores del ministerio, ingenieros, arquitectos, directores, que muchas veces están trabajando en las oficinas y escritorios, van a estar trabajando en un puente, en una ruta, en una universidad, en una planta potabilizadora de agua, hablando con los trabajadores", indicó muy campante Katopodis, chocho con su idea.

"No queremos que los hijos de los trabajadores voten sin entender qué es lo que se está poniendo en riesgo", dijo.

Es difícil encontrar por dónde empezar.

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Primero, estamos ante el caso inédito e insólito de un ministro que impulsa un “paro”, cuando se supone que él debería tratar de que los empleados del ministerio cumplan las tareas que tienen que hacer.

Segundo, se confirma que para los Katopodis del mundo, “trabajar” es dedicarse a hacer propaganda política, porque él le llama “paro activo”. Es decir, los ingenieros y arquitectos que él quiere arrear para que hagan propaganda en contra de Milei o Bullrich en lugar de trabajar en sus planos y planillas de excel, para Katopodis estarán “trabajando”.

Tercero, lo peor: el fascismo. Esta concepción tan peronista de que el Estado –que se supone que debe ser neutro y de toda la sociedad– se puede escriturar a nombre de un partido. ¿Y si alguno de sus arquitectos se niega a ir a hacer propaganda para Massa qué va a hacer? ¿Lo va a echar? ¿Y si alguno de sus ingenieros quiere ir a hacer campaña por Bullrich o Milei? ¿Se lo va prohibir? ¿Quién se cree que es Katopodis para suprimir los derechos políticos de los empleados públicos y ponerlos al servicio de él?.

Pero, sobre todo, ¿quién se cree que es Katopodis para robar los impuestos con que nosotros pagamos los sueldos de esos ingenieros y esos arquitectos para que militen por alguien? Les pagamos a esos profesionales para que hagan planos, calculen estructuras y controlen obras, no para hacer militancia; ni para Bullrich, ni para Milei ni para Massa. Si las cosas fueran normales a cualquiera de ellos que faltara a su trabajo para ir a franelear votantes habría que echarlos sin miramientos.

Pero, claro, las cosas no son normales. El Estado argentino está colonizado por los Katopodis, que babean y mueven la cola como ladrones de recursos públicos, tan acostumbrados a chorearse los fondos -los sueldos de un día de trabajo en este caso- para ponerlos al servicio de su aparato político que ni siquiera se dan cuenta cuando se hablan encima, cuando cometen sincericidio y dicen: ¡Ey, miren, miren el asalto que estoy cometiendo aquí delante de todos ustedes! Lástima que lo veamos todos menos los fiscales federales, que deberían ya estar actuando de oficio.

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