El país que espera darse vuelta como una media

Adrián Simioni

En estos días, la economía argentina parece haberse estancado. Un claro ejemplo es la siderúrgica Acindar, que recientemente ha tenido que paralizar sus operaciones debido a la baja demanda de hierro y acero por parte de las industrias automotriz y de la construcción. Sin embargo, este estado de cosas no puede ni va a durar para siempre. Es necesario planificar para el futuro.

Tomemos como ejemplo a Sidersa, otra empresa siderúrgica que ha anunciado una inversión millonaria para construir una nueva fábrica en San Nicolás, Buenos Aires. Esta semana también nos enteramos de que Transportadoras de Gas del Sur (TGS) propuso al Gobierno ampliar el gasoducto Néstor Kirchner para facilitar la extracción del gas en Vaca Muerta. La empresa está dispuesta a invertir 700 millones de dólares en esta iniciativa privada.

Por otro lado, Equinor, una petrolera noruega, finalizó su exploración en el Mar Argentino cerca de Mar del Plata con un barco especializado. Junto con YPF y Shell planean extraer una cantidad masiva de crudo equivalente a todas las reservas probadas que posee YPF.

Ahora bien, muchas inversiones están vinculadas al régimen establecido por la Ley Bases para grandes inversiones. Por ejemplo, Posco -una surcoreana- se reunió con el ministro Luis Caputo para ser incluida en este régimen; planea invertir 200 millones de dólares en Salta donde ya extrae litio.

El tema minero es clave dado que hay muchas inversiones en juego. Por ello, Milei se reunió con los gobernadores de Catamarca, Jujuy, Salta y Tucumán. Todos ellos necesitan que se apruebe la Ley Bases para transformar sus provincias.

En cuanto a la mayor inversión en carpeta, YPF y la malaya Petronas planean construir una planta para licuar el gas de Vaca Muerta y exportarlo por barco. Esta obra requiere una inversión de 30 mil millones de dólares y ha generado un intenso debate político.

Argentina se encuentra en un punto crítico; si logra superar esta etapa puede cambiar radicalmente su estructura económica y social. Casi todas estas inversiones van dirigidas a zonas del país que hasta ahora han sido ignoradas como el Mar Argentino o provincias que dependen del empleo público y los impuestos pagados por el centro del país.

El noroeste argentino y la Patagonia podrían transformarse radicalmente convirtiéndose en generadores de riqueza propia en lugar de ser solo consumidores. Esto supondría un cambio total al país que hemos conocido hasta ahora.