El proyecto de ley ómnibus ya tiene el tamaño de una van

Adrián Simioni

Con el correr de las horas y los días el ambicioso proyecto de ley ómnibus enviado por Javier Milei al Congreso se va desflecando: el gobierno tiene que ceder ante las corporaciones que rechazan cualquier cambio que las perjudique y encuentran respaldo en el abrumador ejército de diputados, senadores y gobernadores opositores al gobierno.

Encima, el DNU también empieza a ver mochados algunos de sus efectos en la Justicia: por ejemplo, la CGT va a hacer el miércoles el paro más prematuro de la historia por reformas laborales que están en el decreto pero que la Justicia ya liquidó a través de una cautelar que le concedió a la propia CGT.

A la ley ómnibus la están frenando por todos lados. Ricardo Darín y 20 mil colegas suyos de la "patria artística" quieren exigen que sus películas se sigan financiando con impuestos a los medios de comunicación e impuestos a películas que no reciben subsidios estatales. Dicen, cómo no, que “la cultura está en peligro”, como si eso fuera posible. En todo caso, será la injerencia estatal en la cultura, donde la política impone su hegemonía subsidiando algunas actividades artísticas.

Los laboratorios también consiguieron lo suyo: los médicos podrán seguir recomendando marcas comerciales y no estarán limitados sólo a recetar un genérico. Las farmacias también: lograron que fuera del corralito farmacéuticos los kioscos y almacenes sólo puedan vender analgésicos y antiácidos. O sea, seguirá todo igual.

La oposición dialoguista del PRO, la UCR y de Hacemos Coalición Federal ya avisó que sólo votará la ley ómnibus si Milei elimina las retenciones del 15% a las economías regionales, sin que nadie sepa bien todavía qué se considera y qué no una economía regional. O sea: en Argentina a todo el mundo le encantan las retenciones siempre que los únicos que las paguen sean los que cultivan soja y maíz en la franja central del país.

Al proyecto para establecer la boleta única, que va por afuera de la ley ómnibus, ya la están mandando al freezer con la excusa de “mejorarla” los senadores peronistas y los políticos que sólo logran conseguir un puesto si van disfrazados en la lista sábana, que además facilita el fraude y el clientelismo.

Los diputados también se resisten a darle a Milei los superpoderes que nunca tuvieron drama en regalarles a los presidentes "K". Y quieren imponer una nueva fórmula de movilidad jubilatoria aunque se desconoce por completo en qué consistiría.

Si sigue así, en unos días más el proyecto de ley ómnibus va a quedar del tamaño de un triciclo, donde sólo podrán seguir viajando los mismos privilegiados de siempre gracias.