En el día del "pacto de julio", una historia antifederal

Adrián Simioni

Mientras se pretende firmar un nuevo pacto fundacional para una nueva Argentina en Tucumán, todos los días vemos que la vieja Argentina se resiste a desaparecer. Por ejemplo, la Argentina unitaria y centralista, vergonzosa, que desde hace dos siglos tiene de esclavo a todo un país al servicio de un único conglomerado urbano: el AMBA (Capital Federal y conurbano bonaerense).

Es el caso del Riachuelo, que divide la Capital Federal del Conurbano, y ha sido una catástrofe ambiental por la irresponsabilidad de los gobiernos de esa área. En estos días hay una movida impresionante de los burócratas, empleados estatales, contratados, ONG's y contratistas, que supuestamente deben revertir su contaminación ambiental y reclaman por más fondos para esa tarea.

Hace 16 años la Corte Suprema "K" tomó una decisión absolutamente unitaria y antifederal. Ordenó que la Nación se hiciera responsable de limpiar el Riachuelo junto a la Ciudad y a la Provincia. Entonces se creó Acumar, un organismo burocrático tripartito. 

Por supuesto, lo terminó financiando la Nación con impuestos que paga todo el país, con deudas que tomó Acumar pero pagamos todos y con gastos fastuosos hechos a través de Aysa, la empresa de aguas y cloacas del AMBA cuyo grotescos déficits también hemos pagado todos los habitantes del país. Se llevan puestos ahí miles de millones de dólares. 

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Acumar terminó transformándose en un elefante: 53 cargos jerárquicos, 24 coordinadores (se necesita urgente un coordinador de coordinadores) y una cantidad desconocida de contratados. El presupuesto sólo para financiar esta máquina de pagar sueldos –las obras van aparte- fue de 19 mil millones de pesos en 2023. 

Con tanto dinero para quemar Acumar terminó financiando idioteces: desde bicicleteadas para “valorar” el lugar hasta community managers que se dedican a postear en Twitter sobre bibliotecas y otras entidades de la zona para poner en valor la comunidad.

En 16 años, todos nosotros pagamos la limpieza del río, la expansión de cloacas, cloacas maestras que terminan bien adentro del río de la Plata y que es la obra pública más cara que se hizo en el país en décadas, el regalo de casas a miles de familias que estaban en asentamientos precarios, el traslado de industrias contaminantes. 

Pero ahora hay protestas porque el Gobierno ha cortado algunos de todos esos contratos. Parece que se les vendrá el mundo abajo porque las "cooperativas" que supuestamente limpian los arroyos se quedan sin presupuesto, dando por sentado que nosotros las vamos a tener que pagar para siempre, o porque otras cooperativas no van a poder seguir “reparando” las casas de familias que no se hacen cargo ni siquiera de reparar viviendas que ya les regalamos.

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Dieciséis años después, a todo el mundo le parece normal que, además de haber pagado algo que no nos correspondía, les sigamos bancando el monstruo burocrático improductivo que armaron con ñoquis, acomodados y otros vividores de impuestos.

Y nadie se hace la pregunta clave: ¿Por qué nosotros nos tenemos que pagar la limpieza del San Roque y, además, la del Riachuelo? ¿Qué tiene que hacer la Nación limpiando la caca de porteños y conurbanitas? ¿Por qué la abrumadora mayoría de diputados y senadores no se imponen y les dicen a Axel Kicillof y a Jorge Macri que se hagan cargo de una buena vez de sus propias responsabilidades y dejen de tirarle el muerto al resto del país, mucho más pobre que ellos? 

Dieciséis años de coloniaje ya son suficientes. Basta de financiar a vividores que, encima, no paran de demostrar que son unos inútiles.

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