Farsantes, impostores y abusadores

Adrián Simioni

Se está haciendo costumbre. Cuando hace unos años el hijo de desaparecidos y actual ministro de Ambiente de la Nación, Juan Cabandié, hizo echar a una inspectora de tránsito que osó ponerle una multa luego de insultarla y agredirla, todos pensaron que podía tratarse de una excepción. Pero va pasando el tiempo y las excepciones se van tornando regla: quienes fueron víctimas del Estado, fueron indemnizados por eso y usaron esa condición para conseguir cargos, contratos, subsidios y empleos públicos, lo primero que hacen cuando suben al Estado es abusar de otros.

Pasó con Cabandié. Pasó con Victoria Donda que quiso usar plata del Estado para compensar a una inmigrante de la que abusaba laboralmente. Pasó hace semanas con Luana Volnovich, que sigue privatizando al Pami para su nepotismo personal con conchabos para toda su familia. Ahora acaba de pasar con otro campeón de los derechos humanos, José Schulman, presidente de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, un señor ya mayor al que tuvimos el desagrado de ver este fin de semana insultando y golpeando a la empleada de una empresa de transporte. No sólo eso: el campeón de los derechos humanos no se privó de amenazarla: "Te voy a meter en cana", le dijo, sin ser ni fiscal ni juez ni nada.

Es raro que en Argentina sigamos regalándole la bandera de los derechos humanos a una facción populista de izquierda, controlada por los herederos políticos del terrorismo de izquierda de los 70, que delante de nuestras narices hacen un uso meramente táctico de los derechos humanos: los defienden sólo si sirven para acrecentar y perpetuar el poder de su propia facción. Desde hace casi 20 años ese inmenso aparato compuesto de universidades, una justicia que revolea indemnizaciones multimillonarias, ONG con contratos fabulosos, organismos estatales y museos de la memoria que en realidad son unidades básicas, está al servicio exclusivo del kirchnerismo. Todo pagado con plata de los impuestos. Pero eso sí, los derechos humanos sólo sirven para defender a Cristina Fernández y a quien ella elija.

Es grotesco. Todos estos señores hace años que están subidos a una lomita moral y desde allí marcan con una X las espaldas de los ajenos y encubren a los propios. Son abusadores netos. Cada vez son más los que quedan expuestos. Pero nosotros no reaccionamos. Les seguimos regalando el título de campeones de los derechos humanos a estos farsantes, impostores y abusadores para que nos amenacen con hacernos echar, con meternos en cana, para que se apropien del Estado.