Haga Patria, adopte un empleado

Adrián Simioni

Se vienen las clases y empieza el conflicto docente. Los sindicatos de maestros empiezan a calentar motores. Abiertamente kirchneristas, los gremialistas docentes largan la campaña en Capital Federal donde gobierna el PRO.

El motivo del conflicto es interesante. Los sindicatos exigen que el gobierno les compense a los maestros los días de vacaciones que no pudieron disfrutar por haberse enfermado de Covid. Es decir, que si alguien se resfrió y se tuvo que aislar ponele 10 días por Covid pueda volver a trabajar 10 días después de la fecha de inicio del ciclo.

Los sindicatos dicen que el convenio laboral respalda lo que exigen los sindicatos. Pero el gobierno de Larreta dice: "Che, esperen, firmamos un acta en la que acordamos no tratar al Covid como enfermedad laboral. Por eso si faltaban a clase por Covid no lo computábamos dentro de los 45 días al año que pueden faltar por enfermedad (sí, 45 días) y tampoco perdían el presentismo si faltaban por Covid. Entonces, no me quieran tratar el Covid como enfermedad laboral sólo cuando están de vacaciones. Tiene razón.

Ahora, más allá de la legalidad o no, hay otro problema. ¿No estábamos en una catástrofe pandémica global? ¿La emergencia no era tal que los docentes pasaron semanas sin dar clases, ni presenciales ni virtuales? ¿Nadie puede conceder ni un poquito de sus privilegios y derechos en una situación así? ¿Cuándo fue que muchos maestros -no todos, por supuesto, ni siquiera una mayoría- terminaron siendo burócratas mezquinos que no entran al aula sin fijarse si hay algún inciso que les convenga más que otro? ¿Qué hubiera pasado con todos esos maestros si los repositores de supermercados hubieran actuado como ellos en lo peor de la pandemia? Ese es un punto.

El otro punto ya tiene que ver con el régimen laboral en sí. La ley de contrato de trabajo argentina no dice que si uno se enferma estando de vacaciones, entonces los días de vacaciones dejan de contarse hasta que te den el alta médica. Eso es un beneficio que fueron dando los jueces del fuero laboral.

Por lo tanto, hay un inmenso gris. Hay casos que deben estar bien justificados. Pero, si yo me emborracho en una noche de fiesta en mis vacaciones y luego paso tres días intoxicado, ¿mi empleador se tiene que hacer cargo y pagarme días extra? Si me contagié Covid, tengo apenas un resfrío menor y elegí irme de vacaciones a un camping aislado de las sierras, ¿es justo que el Estado o la empresa cargue con costos adicionales?

Si alguien cree que estas cosas no las pagamos, tendría que pensarlo mejor. Por un lado, una empresa sólo puede disponer de cierta cantidad de recursos para pagar la totalidad de sus costos laborales, porque no puede fabricar dinero. Así que si los jueces la obligan a destinar más fondos a pagar licencias de este tipo, reducirá salarios o beneficios de otro modo. No en vano somos un país con salarios miserables.

Pero, además, no es casual que tengamos una economía con 40% de empleo en negro, donde los trabajadores no es que no tienen derecho a enfermarse si están de vacaciones: no tienen derecho a las vacaciones.

Y es lógico. Nadie quiere emplear a nadie en blanco porque nos hemos transformado en un país donde los empleadores, más que contratar un trabajador prácticamente están obligados a adoptarlo, como si no viviéramos en una sociedad de personas libres, autónomas y adultas, capaces de trabajar en lo que más les convenga, sino en un mundo infantilizado, donde los empleados son niñitos al que el empleador queda obligado a cuidar casi de por vida una vez que lo adopta. Perdón, una vez que lo emplea.