La guerra de Alberto ya empezó y es contra él

Adrián Simioni

El caos piquetero que ha vuelto a secuestrar a los transeúntes de las ciudades más grandes del país es otra cara de la implosión del Frente de Todos, del quiebre entre Cristina Fernández y el presidente que ella misma colocó en la Rosada.

Mientras hubo plata para repartir, las tres facciones piqueteras (el Movimiento Evita aliado a Alberto, los piqueteros K liderados por Grabois, y los piqueteros de la extrema izquierda) fueron moderados.

Pero ahora que la inflación más alta del mundo impide seguir emitiendo dinero a lo pavote, todo cambió. Por empezar, como las papas queman, Cristina y Máximo abandonaron a Alberto. Y eso liberó la contención de los piqueteros K. Empezando por Grabois y los suyos, que prácticamente ya se han pasado a la oposición. Y es como una caída de piezas de un dominó. Los piqueteros del trotskismo y otras variantes anárquicas y de izquierda razonan lo siguiente: si los piquetes K van a volver a la calle, entonces nosotros estamos casi obligados a radicalizarnos, a irnos al extremo, para liderar un nuevo escenario donde el conflicto social se agudiza.

Alberto Fernández se quedó sin cobertura ideológica y sin cobertura en el control de la calle. Ni siquiera el todopoderoso Movimiento Evita puede seguir inmunizándolo.

Cristina le sacó el banquito, como quien dice. Y las consecuencias se ven en todas partes. El ataque violento al Congreso que Cristina Fernández usa para mostrarse como la nueva opositora al presidente es un ejemplo.

Otro ejemplo es el proyecto presentado por el diputado kirchnerista cordobés Pablo Carro para extender el impuesto a la riqueza por todo el tiempo que duren los pagos al FMI. Había ideas en ese sentido en los sectores más radicalizados de la coalición. Pero ningún kirchnerista había presentado un proyecto de ley. Ningún partido con responsabilidades de gobierno propondría perpetuar esa irracionalidad que a duras penas pudo justificarse en lo peor de una circunstancia extraordinaria como una pandemia mundial.

Ahora, todas esas barreras se han levantado. Los K, ya sin responsabilidades, estarán encantados de incomodar a Alberto cada vez que puedan. El presidente va a tener que buscar una y otra vez el auxilio de los opositores para poner la cara y frenar propuestas oportunistas y demagógicas como estas, que ningún otro país razonable pone en marcha.

Alberto Fernández está cometiendo un triple grave error de diagnóstico. La guerra contra la inflación a la convocó no es contra la inflación, no va a empezar el viernes, ni la convoca él. La guerra ya empezó, la declaró Cristina y es contra su gobierno.