La inflación de las leyes

Adrián Simioni

En el país inflacionario, los papeles pierden valor. Los argentinos lo sabemos mejor que nadie. Y es muy claro el caso de los billetes, cuyo valor se reduce al de un papelito ruinoso en cuestión de meses.

Ahora ese fenómeno llega al Congreso. Pasa con los proyectos de ley. Se presentan cada vez más proyectos, cada vez más llamativos, cada vez con más ceros, pero con un valor real cercano a cero. Hay como una inflación de las leyes.

Ayer tuvimos dos ejemplos en un solo día. En el Senado, los legisladores de Cristina presentaron un blanqueo de capitales no declarados parecido a tantos que se han presentado. Pero está disfrazado para darle una épica nestorista: se llama Fondo de Cancelación de la Deuda con el FMI. Pretende cobrarles una multa de 20 a 35 por ciento del capital no declarado a los evasores que los declaren. Como novedad introduce la figura del "colaborador": quien denuncie a un evasor podrá quedarse con el 30% de lo que cobre el Estado.

Los especialistas arquean las quejas y pronostican que será otra idea que se perderá en la nada. Quienes evaden lo hacen precisamente para eludir impuestos, que el Estado no puede cobrar justamente porque no logra detectarlos. Prometerles, además de impuestos, una multa de 35% no es precisamente un modo de atraerlos.

En lugar de hacer estas tonterías, el Congreso debería hacer una reforma tributaria y laboral que reduzca y ordene el carísimo caos de 167 impuestos que hay en el país y que nos ha dejado este 50% de la economía en negro donde es imposible sobrevivir en blanco. Hace décadas que se sabe, pero es más fácil presentar un proyecto propagandístico que le ayude a Cristina a tragarse el sapo del acuerdo con el FMI.

En diputados, el radical puntano Alejandro Cacace se descolgó como un llanero solitario presentando un proyecto para dolarizar la economía y terminar así con la posibilidad de que el Estado siga emitiendo y generando inflación. Lo desautorizó hasta su propia línea interna dentro del radicalismo. El presidente de la UCR, Gerardo Morales, lo consideró "payasesco".

Es otro proyecto, grandilocuente, con muchos ceros pero con poco valor, que no va a llegar a nada. Sin embargo, los radicales -y todos los aliados de Juntos por el Cambio- deberían juntar valor en serio, aprovechar su numerosa bancada y lograr que alguna vez se les caiga una idea de verdad, para quitarles para siempre a los gobiernos la máquina de imprimir billetes que desde hace décadas nos condena a la inflación. Jamás han impulsado nada de eso en serio, a fondo: esa la verdadera payasada de un partido como el radical, que debería definir de una buena vez si quiere ser la segunda marca, el outlet, del populismo argentino o ser un partido que ayude a cambiar la historia.