La inflación y los chistes de velorio

Adrián Simioni

Los empresarios de la Asociación Empresaria Argentina deben tener ganas de darle capotón furioso a uno de sus socios. Estamos hablando de Federico Braun, presidente de la cadena de supermercados La Anónima, la más importante de la Patagonia. 

Ayer, en el aniversario de AEA, a Braun le preguntaron cómo se las arreglaba La Anónima con la inflación. Y el tipo no tuvo mejor idea que responder: “Remarca precios todos los días”. Era una ironía, por supuesto. Pero fue como hacer un chiste en el velorio. Hay que ser pavo…

El consumo popular, incluído el de alimentos, cae verticalmente por la inflación imparable. La cosa no está para chistes. Y menos en boca de un supermercadista. Hay gente que necesita que le expliquen cómo funciona el discurso político.

Cristina Fernández y Alberto Fernández salieron a cabecear al instante. Cristina tuitió: “El dueño de una cadena te cuenta lo que hacen todos los días”. Alberto habló de “la inflación autoconstruída”, dando a entender que la inflación se debe a un problema de expectativas en la cual los empresarios como Braun se anticipan a futura inflación subiendo los precios.

El desubique de Braun les sirvió a los dos Fernández para inistir, en definitiva, en que la inflación no es culpa de los políticos como ellos que emiten pesos sin parar porque no saben gobernar sin gastar fortunas en clientelismo, sino de las empresas que remarcan porque sí.

Las pruebas de que a la inflación no la causan las empresas privadas son abrumadoras. Por empezar, porque en los demás países donde existen las mismas empresas codiciosas que hay acá, no hay inflación. O porque las mismas empresas existían en nuestro país en los pocos momentos en que no hubo inflación.

Y surgen nuevas pruebas todos los días. Ayer, la cámara de Supermercados Chinos admitió que muchos empresarios de ese sector están cerrando en Argentina y mudándose a países como Chile y Bolivia, por las consecuencias nefastas que les trae la inflación. Raro, ¿no?: los supuestos codiciosos comerciantes que lucran con la inflación se van a países sin inflación.

Sin embargo, no hay con qué darle. En Argentina un presidente y un vice pueden seguir mintiéndonos en la cara todos los días y decir que la inflación es culpa de las empresas. Y un empresario como Braun va y les ayuda, gustoso, contando su chiste en el velorio.