Las elecciones están para cualquiera: el caso Llaryora

Adrián Simioni

A menos de dos meses de que vayamos a las elecciones provinciales, el escenario electoral en Córdoba es muy incierto. A los encuestadores les cuesta cada vez más acertar sus pronósticos. Se esperan niveles de ausentismo altos. Mucha gente está harta y apática. Y la situación es muy complicada para vender soluciones simples en las que nadie cree.

Las elecciones parecen estar para cualquiera. Todo indica que va a ser muy competitivo, tanto para ver quién se queda con elección provincial como para las de muchos municipios. Por eso vemos a todo el mundo bastante nervioso y apelando a todos y cada uno de los recursos posibles. Los políticos que compiten no renuncian a ninguna arma. El caso de Martín Llaryora, que competirá con Luis Juez por la gobernación, es tal vez el más claro de todos.

Llaryora decidió el viernes que los vecinos de la ciudad de Córdoba votarán el 23 de julio para elegir al futuro intendente, menos de un mes después de que votemos para elegir al futuro gobernador. Doble gasto, dos días dedicados a votar. La única razón es que eso le conviene a Llaryora. Es al único que le conviene, porque si las elecciones fueran el mismo día la oposición, que aparentemente tiene más adherentes en la Capital, podría traccionar más votos para Luis Juez.

No es lo único. Hacemos por Córdoba está a punto de oficializar un cambio de nombre de su alianza. Se llamaría "Hacemos Juntos por Córdoba", lo que suena prácticamente igual que la alianza opositora "Juntos por el Cambio". Obviamente, el único sentido de ese cambio de nombre es tratar de confundir a los electores más distraídos a la hora de marcar la boleta única en el cuarto oscuro.

La tercera táctica del llaryorismo, desesperado por garantizar una elección que parece estar palo a palo, consiste en usar todas las herramientas que da el manejo del Estado para dividir a la oposición. Llaryora lo logró con un escisión de radicales liderados por Myrian Prunotto, intendenta de Estación Juárez Celman. En el colmo de la contradicción, Prunotto decidió llamar a su grupo "Radicalismo Auténtico de Córdoba". Para muchos es una sencilla traición, una exhibición de deslealtad. Tal vez no sea así. Todo el mundo tiene derecho a cambiar. Eso sí, Prunotto podría haber evitado eso de "auténtico". Andá a saber de qué lado del mostrador la encontraremos en un par de elecciones más.