Los pibes para la indemnización

Adrián Simioni

"Cristina, Cristina, Cristina corazón, acá tenés los pibes para la liberación". Fue el cantito más clásico de La Cámpora, el partido político que papá Néstor y mamá Cristina le armaron a su hijo Máximo hace 15 años para que jugara al dirigente con plata del Estado. Una especie de Estanciero de la política en el cual el nene hace sus primeros palotes y pudiera transformarse en el heredero de una autocracia disfrazada de república. El triunfo eterno del vamos por todo que proclamó Cristina por cadena nacional.

Con esa chequera infinita, Máximo se largó a colocar amigos y a comprar militantes. Coparon desde Aerolíneas Argentinas hasta la Anses. Desde el Inta hasta los entes reguladores. Decían que le ponían el pecho. En realidad se ponían las pecheritas de La Cámpora. El cantito encubría esa realidad crematística. Pretendía darle épica a la billetera, a la enorme oportunidad de conseguir una sillita que calentar remunerada de por vida en el Centro Cultural Néstor Kirchner o en la TV Pública. Salvarse con una beca por 30 años y luego jubilación, su ruta.

Ahora llega la hora de irse, de dejar los cargos. Y todo queda expuesto. En YPF, por ejemplo. Allí en estos días se define si los camporistas -sin experiencia ni títulos que ocuparon a dedo cargos altísimos- van a renunciar como militantes altruistas de ideales nacionalistas y sociales o si no se van a ir sin antes cobrar indemnizaciones que rondan los 100 mil dólares por cuatro años de “trabajo”. 

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El sitio especializado en temas energéticos Econo Journal publica que en los últimos días el tema ha sido objeto de fuertes discusiones. Algunos camporistas con cargos jerárquicos pugnan por irse como si fueran despedidos, cobrando unos 10 salarios entre el sueldo por año trabajado, el bono anual 2023 (que son entre 3 y 5 sueldos más), vacaciones presuntamente adeudados y privilegios de jerarcas. 100 mil dólares equivalentes a 10 sueldos en algunos casos. Quiere decir que cobraban hasta ahora unos 10 mil dólares al mes, aproximadamente.

Esos son los jerarcas. Abajo hay miles y miles de jóvenes ya no tan jóvenes que ni locos van a soltar nada. Se quedarán allí, donde están, haciendo bulto, pagados por el Estado por varias décadas más, en muchísimos casos sin aportar nada tangible, necesario o valioso a la sociedad.

Nunca es triste la verdad. A la hora del fin de La Cámpora sus burócratas ya no son jóvenes idealistas sino burócratas con intereses. Sería bueno, ahora que todo se termina, reescribir aquel cantito con la cuota de realismo que no tenía hacía una década. El nuevo cantito debería cambiar: de "Cristina, Cristina, Cristina corazón, acá tenés los pibes para la liberación", debería pasar a ser "Cristina, Cristina, Cristina corazón, acá tenés los pibes para la indemnización". 

Y que paguen el pueblo, los pobres, los excluidos a los que decían que querían reivindicar.

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