¿Qué parte de la palabra "decoro" no se entiende?

Adrián Simioni

Estamos en un día histórico, sin precedentes. En horas, este martes, un tribunal dirá si una vicepresidenta en funciones cometió fraude o no mientras fue dos veces presidenta, en una trama de corrupción iniciada por su marido, cuando era a su vez presidente. No debe haber precedentes en el mundo.

Es una cuestión extremadamente delicada, en un país partido en dos, donde la acusada, Cristina Fernández, incita a sus seguidores más fanáticos a ignorar los fallos de uno de los tres poderes del Estado, porque en lugar de explicar el enriquecimiento insólito de todos los que rodearon a los K, dice ser víctima de una persecución por parte de jueces, fiscales, empresarios y periodistas corruptos.

Como parte de su campaña para desacreditar a la Justicia que juzga a los jueces, el kirchnerismo y su aparato de comunicación divulgó el fin de semana -just in time, justo a tiempo, como llegan las autopartes a las automotrices- un supuesto chat, obtenido a través de espionaje ilegal, en el que participarían 4 jueces federales y un fiscal, junto a ejecutivos de Clarín y un funcionario de Rodríguez Larreta, en el que parecen querer simular que pagaron de su bolsillo un viaje de lujo a la Patagonia que no pagaron y que podría interpretarse como una dádiva.

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Todo da asco. Empezando por Alberto Fernández, que el lunes dio por ciertos los supuestos chats filtrados a través de las cloacas de los servicios de inteligencia que se supone que él maneja y usó la cadena nacional para apretar a jueces y medios. Es parte de la opereta "ensuciemos a todos para salvar a Cristina".

Todo exhibe una patética falta de decoro. También los magistrados involucrados en el viaje a la Patagonia. ¿Qué parte de la palabra "honorabilidad" no entienden estos jueces? ¿Qué son? ¿Adolescentes de secundario ansiosos por viajar a Bariloche y que una empresa les pague la estudiantina? 

¿Cuándo van a entender, fiscales y jueces, que les hemos dado nada más y nada menos que el poder de acusarnos y de juzgarnos, y que por tanto necesitamos que sean y parezcan personas rectas, honorables, inmaculadas? Si esa no les parece honra suficiente, si los millones que cobran, si los privilegios que ellos mismos reclaman, como no pagar Ganancias, supuestamente para resguardar su independencia, si todo eso no les parece basta, entonces renuncien, macho. Dedíquense a otra cosa.

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Ya sé que no todos los magistrados son iguales. Pero uno solo basta para ensuciar a todos. Y nosotros necesitamos fiscales y jueces probos, limpios, transparentes, los mejores de nosotros, porque nuestra sociedad es profundamente corrupta y necesita empezar a limpiarse. Hoy podría ser ese día en el que empieza a desinfectarse. 

Y hay que cuidar esa esperanza, no tirarla a la basura a cambio de un regalito para miserables que desprecian la dignidad del cargo que les hemos encomendado.