Soja a u$s650 y el campo secuestrado

Adrián Simioni

La soja a 650 dólares en Chicago recalienta los ánimos. Multiplica la tentación del país populista para subir aún más la retención clásica al agro. La reacción típica es decir: cobran más, subamos la retención.

A ver: vamos a repasar un poquito. Como se sabe, el Estado ya se queda hoy con el 33% del valor bruto de la soja: con el resto el productor tiene que pagar todos los gastos (semilllas, maquinarias, combustibles, agroquímicos, salarios, alquileres y transporte). Y gana la fracción que le queda.

Como al Estado no le alcanza, hay otra retención, la de los fideicomisos: otros 2 puntos porcentuales extras de toda la exportación de aceite y harina de soja, que van a subsidiar el precio interno del aceite.

Y hay una tercera “retención”, la peor de todas, la cambiaria: por cada dólar que trae el país el sojero no recibe 219 pesos, que es lo que le cuesta comprar un dólar legalmente, sino 127 pesos. Le confiscan así casi la mitad de lo que le habían dejado.

Lo peor es que, mientras los productores sojeros -que son unos ingenuos- celebran que no les suban aún más las retenciones clásicas, el gobierno los está discriminando cada vez más.

¿Por qué? Bueno, porque les está bajando la retención cambiaria a casi todo el mundo menos al campo.

Por ejemplo, a una minera que hace una nueva inversión le permite quedarse con el 20% de los dólares que exporten, sin descontarles nada. Las petroleras están más beneficiadas todavía: ya pueden quedarse con el 30% de los dólares que ingresen por mayores exportaciones, tiqui-taca.

También está beneficiada la industria del conocimiento: los programadores, las empresas de software pueden quedarse con 50% de los dólares que exporten. Y los programadores particulares pueden ingresar hasta mil dólares por mes sin que el Central los afeite como a los sojeros.

Es que los sojeros están secuestrados. A diferencia de los mineros y los petroleros, la gente del campo no puede decidir si hace o no una megainversión cada 20 años y negociar con los gobiernos. Cada productor debe invertir sí o sí cada año, si no no come y pierde su empresa.

Y a diferencia de los informáticos, sus exportaciones no consisten en un click del mouse que el Estado no puede detectar. La soja sí o sí tiene que pasar por un puerto, donde el Estado los vacuna.

Así que, aunque no le subieron la retención clásica, igual el campo ya está aportando, en comparación a los demás, más retenciones que hace un mes. Total los tenemos agarrados y no les queda otra que producir.