¿Son o se hacen?

Adrián Simioni

Parece un chiste. Dan ganas de preguntar: ¿Alberto Fernández es o se hace? Hace dos meses le estalló el papelón de haber participado de una fiesta que, por la pandemia, configuraba un delito que él mismo estableció por decreto. El escándalo fue mayúsculo: primero lo negó, después culpó a Fabiola, después dijo que no era delito y después él mismo fue a la Justicia y propuso su propia sentencia. Tremendo.

Bueno, ayer, su gobierno hizo lo mismo. Uno de sus funcionarios, el secretario de Economía Social y jefe de los piqueteros del Movimiento Evita, Emilio Persico, le organizó el acto de campaña más masivo desde la campaña de 2019. Para eso, alquiló el estadio de Nueva Chicago, que llenó con unos 40 mil piqueteros, según dijo incluso la locutora del acto. Resulta que esa cantidad excedería la capacidad total del estadio. Y el último Decreto de Necesidad y Urgencia firmado por Fernández dice que no se puede superar el 50% de la capacidad. También dice que a esos eventos sólo pueden asistir quienes tengan al menos una vacuna puesta. ¿Se habrá controlado eso? Quién sabe.

Por lo pronto, el propio gobierno retó esta semana a la dirigencia de River y Vélez Sársfield por haber incumplido, como aparentemente también pasó con Belgrano en Córdoba, el aforo tope que el gobierno también violó ayer. Dirigentes de River y Vélez ya están imputados.

Así que ahora la Justicia investiga si Alberto, que ayer no sólo fue al acto sino que lo cerró con un discurso, violó la norma que él mismo dictó.

Otra vez. Se va la segunda. Ya nos acostumbramos.

La verdad, no sorprende. En el mismo acto, Persico -el funcionario que reparte sin licitación más de un millón de subsidios a los piqueteros de su propio Movimiento Evita y por eso puede llenarle canchas a su jefe- dijo, sin que el presidente o Máximo Kirchner, que lo escuchaban, se sonrojaran, que, para él es necesario que Alberto gobierne 8 años, que su “proyecto” requiere 20 años de gobierno ininterrumpido y, atención, dijo que “esta democracia de alternancia no camina”. O sea, Persico quiere una democracia de mentirita; en la que votemos, pero en la que siempre gobiernen los mismos. Como en Cuba, como en China, bah.

No sorprende. Si no son cumplen sus propios decretos, ¿por qué valorarían nuestra Constitución? Podemos reformular la pregunta: los políticos como Persico, ¿son democráticos o se hacen los democráticos?