Una vez que puede congelar precios, el Gobierno arruga

Adrián Simioni

La industria argentina está a esta hora tratando de recuperar el aliento. El viernes el Enargas, el organismo que define las tarifas de gas, les subió más del 90% el precio del gas a 4.100 grandes usuarios en todo el país.

Muchísimos de esos grandes usuarios son fabricantes de alimentos. El gas es un insumo fundamental de su actividad, determina gran parte del costo de sus productos.

O sea, son los mismos fabricantes de alimentos a los que el gobierno aprieta, amenaza y multa para que no suban los precios.

La secretaria de Comercio, Paula Español, es la que se encarga de apretar a las industrias. Ahora, por ejemplo, quiere obligarlos a aceptar un nuevo listado de precios máximos y que los precios queden impresos directamente en los envases para que las industrias, los almacenes, los súper, no los puedan aumentar.

Las fábricas de alimentos se le han quejado. Le dicen a Español que ellos tienen que subir los precios porque suben insumos, como el plástico o la lata de los envases, por ejemplo. Así que la funcionaria ha empezado también a vigilar a los fabricantes de insumos.

Si sigue su propia lógica, la camporista Paula Español debería ir ahora y patearle la puerta al también camporista Federico Bernal, el interventor del Enargas, para exigirle que no suba el gas a la industria alimentaria. Al fin y al cabo, el gas es otro insumo. ¿Cómo van a hacer las alimentarias para no subir sus precios si el gas les aumenta 90%?

Como mínimo, Español debería aplicarle a Bernal la ley de abastecimiento, multarlo, amenazarlo con una clausura, es decir hacer con él el tipo de cosas que hacen con el sector privado para obligarlo a producir a pérdida si es necesario.

A ver si esta vez se animan a amenazarse entre ellos mismos. Ya se perdieron la oportunidad con YPF, que se hartó de subir el gasoil y la nafta sin que Paula Español le pasara ni un memo. Si no lo hacen ahora con el Enargas vamos a terminar pensando que cada vez que tienen la chance de congelar precios, al final los K arrugan.