Inversiones: la importancia de la educación financiera en los jóvenes

Claudio Zuchovicki

La Comisión Nacional de Valores (CNV) habilitará a los adolescentes mayores de 13 años a realizar inversiones en el mercado de capitales, con el permiso y asesoramiento de sus padres. Esta resolución se espera en los próximos días y generará un nuevo panorama en la educación financiera de los jóvenes.

Este anuncio invita a una discusión más profunda sobre la educación financiera en nuestro país. ¿Estamos realmente preparados para que nuestros hijos den este paso? La respuesta es un contundente no.

La falta de educación financiera desde la infancia se ha convertido en una cuenta pendiente que debemos abordar con urgencia. En un mundo donde los jóvenes tienen acceso a información y plataformas de inversión a un clic de distancia, es alarmante que muchos de ellos carezcan de los conocimientos básicos para tomar decisiones informadas.

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Como bien señaló un oyente de Cadena 3 en Siempre Juntos, "los chicos hoy saben mucho más sobre inversiones que nosotros", lo que abre la necesidad de integrar la educación financiera en las escuelas desde una edad temprana.

Es fundamental que esta educación no solo se enfoque en cómo operar en la bolsa, sino que también abarque conceptos básicos de finanzas que son cruciales en la vida diaria. 

La inversión bursátil no es un juego de azar, como muchos pueden pensar. Es, en esencia, una forma de convertir el ahorro en una inversión productiva. Este enfoque no solo ayuda a los jóvenes a entender el valor de su dinero, sino que también les permite ver cómo sus decisiones impactan en el mundo que los rodea.

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La figura de un tutor es esencial en este proceso. No se trata de permitir que los niños operen sin supervisión, sino de guiarlos y educarlos en el camino. En mi experiencia personal, enseñé a mis hijos a ahorrar desde una edad temprana, utilizando ejemplos prácticos y relevantes. Esto no solo les da un sentido de responsabilidad, sino que también les muestra cómo funciona el mundo de las inversiones.

Además, es crucial que los jóvenes comprendan cómo se relacionan las finanzas con su vida cotidiana. Un ejemplo claro es el de las compras a plazos. Si un joven compra una heladera de un millón de pesos en 12 cuotas, termina pagando mucho más debido a los intereses. Este tipo de situaciones son comunes y es vital que aprendan a reconocerlas para evitar caer en trampas financieras.

Algunos críticos argumentan que enseñar a los niños a invertir puede llevarlos a una "timba financiera", pero esa afirmación no podría estar más alejada de la realidad. Invertir en una empresa es, en esencia, apostar al crecimiento de un país. Es un acto de confianza en el futuro. La verdadera timba es dejar que los jóvenes naveguen en un mar de desinformación y engaños, donde cualquier promesa de ganancias rápidas puede resultar en pérdidas devastadoras.

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Es importante que las instituciones educativas tomen la iniciativa y comiencen a incluir la educación financiera en sus currículos. La matemática y la economía son herramientas poderosas que, si se enseñan adecuadamente, pueden empoderar a los jóvenes y prepararlos para un futuro más seguro y próspero.

La educación financiera no es solo una cuestión de invertir en la bolsa; es una habilidad esencial para navegar en la vida. Desde aprender a manejar un presupuesto hasta entender cómo funcionan los créditos, cada aspecto de nuestras finanzas personales se ve afectado por la falta de conocimiento. La educación financiera debe ser parte integral de la formación de nuestros jóvenes, y no deberíamos permitir que esta oportunidad se nos escape.

La decisión de permitir que los menores inviertan en la bolsa es un paso adelante, pero solo será efectivo si viene acompañado de una educación financiera sólida y accesible.

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