El avión de Messi

María Rosa Beltramo

Los medios tienen formas estandarizadas de cubrir las giras presidenciales que incluyen la envergadura de los acuerdos; la frialdad o la calidez del anfitrión con nuestro jefe de Estado y las consabidas notas frívolas sobre el atuendo de la primera dama. El viaje de Alberto Fernández a México está signado, en cambio, por el avión que trasladó a toda la comitiva, fue alquilado por 160 mil dólares y es de propiedad de Lionel Messi.

La noticia causó sorpresa porque sólo los entendidos sabían que el Gulfstream V, matrícula LV IRQ del astro del Barcelona estaba disponible para rentas ocasionales durante los períodos en los que el fútbol lo mantiene ocupado. Messi es propietario de esa máquina desde 2018, pagó por ella 15 millones de dólares y son legiones los fanáticos que darían cualquier cosa por acceder al interior de una aeronave que conocen por el 10 estampado en la cola y los nombres de los cinco integrantes de la familia en la escalerilla.

El primer mandatario tuvo que recurrir al alquiler porque a comienzos de la gestión de Mauricio Macri se decidió dar de baja al Tango 01, Tango 02 (Fokker 28/4000) y Tango 03 (Fokker F28/1000) tras una auditoría de la Casa Militar según la cual era anti económico invertir las sumas que se necesitaban para poner en condiciones una flota obsoleta.

En Argentina, el tema de los aviones oficiales, sus usos, costos y características aparece de tanto en tanto y suele ser usado por las distintas administraciones para criticar a la anterior. Durante la campaña de la Alianza, los publicistas de Fernando de la Rúa lo hicieron crecer en las encuestas con la promesa de que se desprendería del avión que había adquirido Carlos Menem para aumentar las jubilaciones.

A nadie le importaba la absoluta disparidad de cifras. Es que se resquebrajaba el uno a uno y se precipitaba hacia el final el período de la pizza con champán y los que habían aplaudido el estilo del riojano encontraban repentinamente obsceno el lujo del Tango 01.

Había sido adquirido en 1992 por 66 millones de dólares. El Boeing 757-200 contaba con revestimientos de caoba, butacas masajeadoras, un comedor con capacidad para seis personas, despacho con escritorio y sillones para las reuniones reservadas, y dos cuartos en suite.

Una de ellos con cama doble y respaldo de cuero con el Escudo Nacional, televisor con video y placard. La grifería del baño era dorada cuando fue presentado en sociedad, pero tras el alejamiento de Menem se decía que era de oro.

Pocos mandatarios se han salvado de cuestionamientos por el estado de los aviones o su empleo. Apenas finalizó su gestión Cristina Fernández, el juez Claudio Bonadio le inició una causa por el presunto uso de aeronaves para el envío de diarios a Santa Cruz.

Macri los dio de baja por obsoletos y la prensa amiga destacó que realizara una de sus giras al Asia en la primera clase de una afamada compañía. “Mauricio Macri decidió no seguir las advertencias del Ministerio de Seguridad sobre los peligros de viajar en vuelos de línea, y en base a una serie de números optó por el camino del ahorro a las arcas estatales”, consignó Clarín.

Fernández no ha tenido todavía grandes cuestionamientos por el capítulo aviones y podrá destacar en el anecdotario de su gestión, el uso del jet de Messi. El Gulfstream V dispone de 16 asientos ejecutivos que pueden transformarse en ocho camas, posee dos baños, uno de ellos con ducha, y cuenta con dos cocinas. La consola de juegos que el mejor futbolista del mundo usa para hacer más llevadero el trayecto entre Barcelona y Rosario, no se alquila.