La pelea por el recreo

María Rosa Beltramo

Hay politólogos que adhieren a corrientes de la escuela europea y otros de la norteamericana; de derecha y de izquierda; oficialistas y opositores; obvios y sutiles; de los que se sientan todos los días en alguna de las mesas de debate de la televisión y de los que no lograron trascender las cuatro paredes del aula universitaria. Ninguno de ellos tuvo ni tan siquiera la sospecha de que la causa de una desinteligencia entre la nación y las provincias en el otoño 2020 podía ser la salida recreativa.

La paralización a que condujo la pandemia hace florecer problemas por todas partes. El virus reina en las calles y la decisión de sacarle el cuerpo para derrotarlo confinó a la sociedad en los hogares y condenó a la economía a una espera interminable que sólo augura tiempos difíciles. Cada jornada se inicia con la actualización del número de contagios y el temor de que las permanentes demandas de auxilio económico y financiero profundice enfrentamientos ideológicos y malogre el frente común indispensable para combatir a la enfermedad.

Pero de todo ese contexto atravesado por dificultades lo que hizo saltar la perdiz no fue la coparticipación, el estado de las cajas de jubilación ni la insuficiencia de créditos blandos. Alberto Fernández anunció las salidas transitorias sin anticipárselo a los gobernadores y al jefe de Gobierno de Buenos Aires y los líderes de los distritos numéricamente más importantes le respondieron con un no tajante. Primera vez que queda en off side y que desaparecen de la foto los que desde la jornada inicial se mostraron junto a él en la mesa donde se toman las decisiones.

Y además de dejar su determinación raquítica, antes de que intentara una disculpa asegurando que se había olvidado de compartir la información, los medios se llenaban de voces infantiles decepcionadas. Un canal mostró a tres hermanitos saltando de alegría frente al televisor cuando se realizó el anuncio y llorando después a moco tendido en el momento que llegó el no.

Las lágrimas infantiles, ya se sabe, pueden ocasionar un temblor en los espacios de poder bastante más perceptible que la crítica machacona y cotidiana de los economistas de siempre. El derecho de los chicos al sol, la caminata y el aire libre fue reivindicado a partir de la medianoche del domingo con la misma intensidad que la semana pasada se había defendido la libertad de movimientos de los mayores de 60.

Y aunque los motivos para no autorizar las salidas recreativas son tan transparentes como los que llevaron a anticiparla, esta vez los que sólo conciben la realidad a partir de la fractura ideológica o en términos de oficialismo y oposición, tuvieron que buscarle la vuelta porque asistieron a alineamientos raros.De un lado quedó Fernández y frente a él un bloque extravagante que unió a Rodríguez Larreta, Kicillof, Schiaretti y Perotti a los que luego se sumarían otros gobernadores.

El día se consumió con la frustración infantil como bandera, el miedo que nos mantiene adentro, la impaciencia que hace añorar la caminata de 500 metros como si fuera turismo de aventura y las imágenes de parques europeos que han empezado a poblarse y que son el nuevo paraíso con el que ahora sueñan los confinados.