Aún cuando el pronóstico de la Organización Mundial de la Salud sea exacto y el Covid se encuentre en retirada, la presencia del virus sigue alterando el pulso de todas las actividades y desbaratando planes. Es anecdótico pero estaba previsto que esta semana se realizara la boda de la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, quien decidió postergar la ceremonia y el festejo luego que en otro casamiento se registrara un contagio masivo y se sumaran en una jornada 9 casos en una región libre de Covid.
Y eso que ese país es uno de los que han tenido cifras más bajas. Desde marzo de 2020 hasta el presente, 15.104 contagios y 52 muertes. Lo real es que el último e inesperado brote causó preocupación en tiempos de reapertura de las fronteras que el país de Oceanía clausuró a cal y canto apenas se inició la pandemia, en un intento por evitar la propagación de la enfermedad.
Cerca nuestro, el virus le sumó ingredientes no deseados a la temporada teatral veraniega que prometía cifras récord en función de las extraordinarias reservas hoteleras, pero tuvo y tiene tropiezos a diario por los casos de contacto estrecho o los positivos que diezman los elencos y son difíciles de anticipar pese a los protocolos y el sistema de burbujas.
Actores y productores recitan cada día y de memoria, que las salas donde trabajan son el lugar más seguro del mundo y que los cuidados en esos lugares alejan la posibilidad de contagio. Mucho no les ha costado convencer al público porque efectivamente se extreman las precauciones pero, por supuesto, no pueden evitar que el coronavirus los alcance fuera del teatro, en la calle o en la vida de relación con sus familiares o convivientes.
Por eso, aún los que han tenido la fortuna de pocos días de suspensión, aseguran que la temporada es “rara”, una calificación que engloba decepción, temores, expectativas insatisfechas y también, claro, la esperanza de un retroceso de la enfermedad que permitiría un final a toda orquesta porque las ciudades de las sierras y de la costa atlántica están llenas de turistas.
Las cancelaciones motivadas en los casos positivos alteraron también los ranking sobre los espectáculos más populares y las habituales discusiones que desde hace décadas enfrentan a empresarios que eligen Villa Carlos Paz o Mar del Plata, las dos plazas tradicionales del teatro en temporada alta.
Hubo apenas una insinuación de disputa por el número de asistentes entre “Stravaganza” que largó primero en los dominios del Cucú y “Una semana nada más”, la comedia que encabeza Nico Vàzquez, un habitué de la ciudad feliz. La pelea que en otras épocas habría alimentado declaraciones cruzadas a lo largo de, por lo menos, una semana, se agotó en horas. Y no hubo forma de resucitarla ni siquiera cuando terciaron desde Buenos Aires Adrián Suar y Diego Peretti, con la imbatible “Inmaduros”. Es que tras un par de presentaciones, los actores dieron positivo y tuvieron que reprogramar funciones y devolver el costo de algunas entradas.
Pero como pasó antes con los bailes, los boliches y los restaurantes, la enumeración de los protocolos y las medidas de seguridad se antepone a cualquier eventual mención de las calidades argumentales, actorales o de la puesta. Quedaron casi olvidadas esas temporadas donde los programas de chimento ponían al aire al representante de un elenco de Villa Carlos Paz y a otro de Mar del Plata y los alentaban para despedazarse por la cantidad de funciones y de asistentes y el valor artístico de la obra .
Ahora los intérpretes más populares, en las sierras o en el mar, encaran el micrófono para invitar a la gente y palabras más o menos, afirman que “estamos en condiciones de ofrecer el lugar más seguro del mundo; acá no entra nadie sin pase sanitario, apuntamos con un láser a cualquiera que se le caiga el barbijo, repartimos generosamente alcohol en gel y nos testeamos casi obsesivamente”.
Después, si hay tiempo, habrá alguna referencia a la puesta, pero en más de una ocasión y por aquello de que el tiempo en la tele es tirano, la participación se agota en la descripción de las medidas de seguridad, nombre y dirección del teatro y horario de la función. Y siempre, aún los más afortunados en el corte de entradas, terminan diciendo que la temporada es “rara”.
