La Iglesia Católica beatificó a la hermana Crescencia Pérez
El cardenal Angelo Amato viajó desde el Vaticano para la beatificación. Señaló que el Papa vio en ella "una consagrada que vivió heroicamente". La nueva beata pertenece a las Hermanas del Huerto.
18/11/2012 | 08:45Redacción Cadena 3
Un representante del Papa Benedicto XVI beatificó en la ciudad bonaerense de Pergamino a María Crescencia Pérez, una religiosa argentina que vivió a principios del siglo XX, en una ceremonia con presencia multitudinaria de fieles y religiosos llegados de todo el mundo.
La beatificación de la religiosa fue proclamada poco después de las 11:30 por el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación de los Santos, quien viajó especialmente desde el Vaticano, hecho que conmovió a los pergaminenses de fe católica, los cuales aplaudieron su presencia.
El inmenso altar fue levantado en el predio en las inmediaciones de la ciudad y allí subieron unos cincuenta obispos mientras que abajo estaban sentados unos 160 sacerdotes y otros tantos seminaristas llegados de distintas partes.
Una inmensa imagen de María Crescencia rodeada de flores fue descubierta en el transcurso del emotivo acto y en el que familiares de la nueva beata, familias Pérez y Rodríguez portaron el pan y el vino para ser consagrado en la misa.
El gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, requerido por los organizadores, alcanzó a cruzar palabras con el periodismo y destacó la "paz" del acontecimiento.
Por su parte, el diputado provincial bonaerense y local Jorge Solmi resumió: "Hoy vemos con alegría de tener la fe presente en Pergamino en forma material, creo que es la única vez que uno en la vida va a poder asistir a una ceremonia de beatificación y mucho más como pergaminense y que una coterránea llegue a esto".
En el momento de la homilía, el cardenal italiano brindó una semblanza de María Crescencia, dijo que la llamaban "sor Dulzura" y que el Papa Benedicto XVI ha visto" en ella "a una consagrada que ha vivido heroicamente".
"Los testigos afirman que llevaba una existencia angelical. Estaba dispuesta a la ayuda al prójimo" y además profundizaba su "espíritu de oración para salvar almas".
Destacó que su jaculatoria era "hágase la voluntad de Dios" y que "los testigos decían que tenía el corazón en el cielo", con "un amor intenso al prójimo: su caridad era total, mansa y paciente con todos".
"Tenemos mucha alegría porque esto es una gracia muy profunda del Señor, esperemos que este acontecimiento nos sirva para ser mejores, para la conversación", explicó a la prensa, la hermana Hilda de la Congregación del Huerto, a la que pertenecía la nueva beata.
Religiosos y fieles llegados de Brasi, Chile --donde vivió y murió María Crescencia-- India, Uruguay, Paraguay, Congo entre otros países, además de provincias argentinas, dieron un marco de universalidad a la ceremonia.
En el momento de la proclamación de su beatitud, muchos pergaminenses, entre los que se incluían fotógrafos, no podían suprimir las lágrimas".
El cardenal Amato, en el final de la lectura que realizó en perfecto castellano, afirmó: "Argentina puede estar orgullosa de haber dado a la Patria una gran benefactora de la humanidad".
Gran cantidad de fieles se dirigieron, después de la misa de Beatificación de María Crescencia Pérez, hacia el frente del colegio de Huerto, donde se
conserva el féretro de la monjita, con su cuerpo incorrupto, un signo de su santidad.
El féretro fue puesto detrás de una reja en la vereda para su veneración.
La carta apostólica que la inscribe en el Libro de los Beatos fue leída íntegramente en latín por el representante papal,cardenal Angelo Amato, quien después, en español, destacó los atributos de santidad de la nueva beata.
Pergamino amaneció teñida de adornos y carteles, color violeta, ya que esta flor era la preferida de María Crescencia.
Como dijo un habitante, "hasta los jacarandaes florecieron en violeta como si fuera un homenaje".
La beata María Crescencia nació en la localidad de San Martín el 17 de agosto de 1897, y luego la familia se trasladó a Pergamino por problemas de salud de su madre.
En el Hogar de Jesús cursó el ciclo primario y luego se recibió de maestra de Labores, actividad que desempeñó con "humildad" como definieron quienes la conocieron, junto con la de catequista en los primeros años de su vida religiosa.
Profesó sus primeros votos en 1918 y en otra etapa de su vida y mientras su salud declinaba se dedicó a los enfermos, niños con tuberculosis ósea, en el sanatorio Marítimo de Mar del Plata y murió en Vallenar, Chile.
Estuvo por última vez en Pergamino en 1928 luego partió a su destino chileno, pero había afirmado "por cumplir la voluntad de Dios iría al fin del mundo", lo que hizo hasta el día de su muerte, el 20 de mayo de 1932.
Un intenso aroma a violetas se sintió en el momento de su fallecimiento, ella había advertido que habría una señal y éste es un signo que suele repetirse ante algunos de los miles de fieles que visitan su tumba en Pergamino, adonde fue trasladada en 1986.
Antes de su muerte, ocurrida por una tuberculosis pulmonar, la hermana Crescencia ofreció la nostalgia por su Argentina a cambio de bendiciones por el país anfitrión, Chile y vocaciones para la Congregación de las hermanas del Huerto.
A su intercesión, hay numerosos casos de sanación de salud física atribuidos, como el del arquitecto Daniel, curado de leucemia y el de Hugo Guerrero Mella que sanó completamente del cáncer que padecía.





