Cuarentena estricta: un consenso impuesto por la realidad

Sergio Suppo

Sin vacunas, con un país estragado por una crisis social y económica, volvemos a las restricciones estrictas de la primera época de la pandemia. ¿La razón? Las vacunas prometidas no llegaron y en su lugar se impone una cuarentena. Volvemos a esa instancia porque al país le faltan vacunas. Y las vacunas que faltan son las restricciones que tenemos que afrontar.

La Argentina en su conjunto vuelve en los hechos a fase 1, aunque no le quieran llamar fase 1 por el mal recuerda que despierta aquel encierro eterno que destruyó tantos puestos de trabajo y aumentó el empobrecimiento.

El Gobierno había anunciado unos 50 millones de dosis para el primer trimestre del año. No llegaron y en su mayoría siguen sin llegar. Ahora vuelven a anunciar cinco millones de vacunas en las próximas semanas. Ojalá sea así.

Si finalmente llegan las vacunas, el país encontrará un camino para salir de la pandemia. Es la única esperanza.

Estamos en una circunstancia que no es nueva para nosotros y no es nueva para otros países. Lo que ha hecho el Gobierno es imitar la conducta de otras naciones frente a circunstancias similares o parecidas.

En bajo esta circunstancia dramática de muchos casos y cada vez menos camas de terapia intensiva disponibles, Alberto Fernández encontró un escenario de consenso para aplicar estas medidas drásticas. Punto favor de Alberto Fernández. Esta vez sí pudo acordar con todos los gobernadores, incluyendo el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Volvió, tal vez en forma efímera, el consenso político perdido a lo largo de todo este año y medio de pandemia.

Todo no se resuelve con acuerdos entre los gobernantes. El punto que sigue es el nivel y el rigor con que los argentinos vamos a afrontar estas restricciones. Para eso, no solo alcanza el consenso político, resta saber el grado de comprensión y cumplimiento de cada uno de nosotros.

El acatamiento a las normas depende de la respuesta a una pregunta: ¿Es necesario tener este tipo de restricciones?

Si se miran los datos sanitarios, la respuesta es sí, aunque resulte duro y gravoso. El sistema de salud en la mayoría de las provincias y aún en las mejores equipadas, está muy cerca del colapso. Esto supone el riesgo de que haya muchos pacientes que no podrán ser atendidos.

Aunque resulte doloroso, aunque resulte incómodo, es necesario afrontar este tiempo y esta circunstancia que, una vez más, se genera por dos razones: las imprevisiones del Gobierno y por el rigor de una pandemia que no da tregua en casi ningún rincón del mundo.