Educando a Máximo (y a los opositores)

Adrián Simioni

Como se esperaba, los organismos de derechos humanos manejados por Hebe de Bonafini transformaron ayer el Día Nacional por la Memoria, la Verdad y la Justicia en el Día Nacional contra el Macrismo. De los 62 párrafos del documento que leyeron los organismos, 10 están dedicados a Mauricio Macri. Los únicos otros dos políticos mencionados son Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich. Además de reivindicar a las organizaciones terroristas Montoneros y PRT, casi todo el resto está dedicado a fulminar a la lista corta de enemigos de Cristina Fernández: la Corte, los medios y las empresas privadas.

Si ayer caía un marciano en la Plaza de Mayo le hubiera parecido que el terrorismo de Estado comenzó en 2016, no 40 años antes, en 1976. Es más: mientras se leía el documento se pasaban imágenes de desaparecidos en 1974 y 1975, cuando gobernaban Perón , Montoneros y la Triple A. Sin embargo no hubo una sola alusión a aquellos crímenes en el documento.

Ya es tan selectiva la memoria que monopoliza el kirchnerismo que se sienten libres de decir lo que quieran para marcar a quienes ellos se les ocurra como negacionistas y admiradores de Videla. Máximo Kirchner, por ejemplo, dijo "que los porteños tienen tendencia a votar a los que quieren ocultar lo que hizo la dictadura".

Es un discurso delirante, escindido de la realidad, que no tiene ningún respeto por la historia, justo en el día de la memoria. Vamos a educar un poquito a Máximo. En 1983, el 53% de los porteños votaron por Alfonsín, que llevó a juicio a las juntas. El 41% votó por Luder, el candidato del peronismo, que proponía dar por buena la autoamnistía que se habían otorgado a sí mismos los dictadores para protegerse. Fue el primer y el mayor intento de ocultar los crímenes. Y una de las que votó a Luder y a favor de la autoamnistía fue nada menos que Cristina, la mamá de Máximo. El millonario heredero del partido paraestatal La Cámpora parece un nene de papá que cree que la historia empezó recién en 2004, cuando Néstor ordenó bajar el cuadro de Videla. Es una vergüenza tanta psicopateada contra millones de argentinos financiada con fondos públicos.

La culpa no es sólo del chancho. La UCR y el PRO fueron incapaces de organizar sus propios actos para conmemorar esta fecha en sus propios términos, con su propia valoración histórica. En ese desierto dejan el campo libre para que una intendenta como la de Los Aromos diga otra falsedad, pero inversa, como que todos los desaparecidos eran terroristas. Y encima dando a entender una barbaridad: que los que eran terroristas, por serlo, merecían ser asesinados en forma ilegal por el propio Estado.

Pónganse las pilas, opositores. Ya no les preocupa que Cristina Fernández haya comprado los organismos de derechos humanos y los maneje con un silbido. Ahora tampoco parece molestarles que un mix delirantes, inescrupulosos e iletrados reescriba la historia a la medida del kirchnerismo duro.