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El Congreso de la Nación, una metáfora del país

 

17/03/2025 | 10:18Redacción Cadena 3 Rosario

FOTO: El Congreso de la Nación.

  1. Audio. El Congreso de la Nación, una metáfora del país

    Editorial de Alberto Lotuf

    Episodios

 

Vamos a hablar de Congreso Nacional, una auténtica metáfora de la Argentina. El Congreso de la Nación. El Congreso que puede darnos alegrías, por ejemplo, al sancionar leyes clave, pero que también puede generar bronca, vergüenza y dolor ante situaciones que nos parecen increíbles de aceptar en el 2025. Y de hecho, hasta las sedes del Congreso esconden la paradoja de un país que tiene todo para triunfar pero que nunca llega a destino.

Vamos a hablar de los edificios del Congreso. Lo que queda del primer edificio donde funcionó el Congreso Nacional desde 1864 hasta 1905, que está a metros de la Casa Rosada, ahí por calle Balcarce, pero que nadie lo ve o nadie le presta atención. Digo porteños y digo gente que va permanentemente a Buenos Aires, como nosotros, como tantos otros compatriotas.

Alrededor de esa casona se construyó la sede del Banco Hipotecario Nacional y después el edificio se convirtió en la Casa Central de la ex AFIP. Solo se conserva el antiguo recinto de sesiones de aquel austero Palacio Legislativo. Y la verdad que es un agradable ejercicio, se los recomiendo, poder recorrer esas paredes donde juraron Bartolomé Mitre, Nicolás Avellaneda, Domingo Faustino Sarmiento o Julio Argentino Roca, donde se aprobaron leyes claves como la 1420, esa bajo el gobierno de Roca y bajo el auspicio de Sarmiento que garantiza la educación común gratuita y obligatoria. Algunos dicen que esconder el antiguo Congreso con la sede del Ente Recaudador es toda una metáfora de la historia argentina, no tener a la política como rehén de la economía.

En el viejo Congreso, la dirección exacta es Balcarce 139, los diputados y senadores se alternaban para usarlo el recinto, había un solo lugar. En el nuevo, que es un palacio amplio, con dos cámaras de distintos tamaños, la historia se ha encargado de imprimir postales de todo tipo en cada una de ellas. Los senadores después del presidente y los gobernadores son los representantes que más votos individuales deben obtener para ser elegidos, el Senado es la más federal de las instituciones, allí todas las provincias tienen la misma representación, no hay pobres, no hay ricos, no importa si está superpoblada o es chiquitita, cada distrito cuenta con tres votos. Los diputados, en cambio, representan al pueblo de la nación, son 257 y muy pocos parecen recordarlo, señora, señor. En su historia se mezclan maratónicas sesiones con leyes extrañas aprobadas de madrugada, jueces salvados en el límite de un juicio político, quórums que se obtuvieron de manera poco convencional y hasta diputruchos.

Pocos recuerdan, lo hemos mencionado el lunes pasado a Juan Kenan, había originado el 26 de marzo de 1992 un escándalo en la Cámara de Diputados cuando se estaba aprobando el marco regulatorio para privatizar la entonces empresa Gas del Estado, era el momento que el gobierno de Menem quería privatizar todo. Esta semana que pasó el caos se vivió afuera, no, pero vuelvo al hombre, perdón, vuelvo al diputrucho, el hombre de 72 años había ingresado en el recinto y se había sentado en una banca que solía utilizar el diputado radical Miguel Marcoli, pero había un pequeño detalle, el caballero no era diputado, dijo que se sentó, entre las excusas que se oyeron, que se sentó porque le bajó la presión.

¿Qué hacía ahí adentro? La historia era levantar la mano para de alguna manera obtener una decisión en el gobierno y pasó a la historia como el diputrucho, ¿no? Bueno, hablábamos de la semana que pasó por el caos que se vio afuera y adentro del Congreso Nacional, en el exterior se mezcló el reclamo legítimo de los jubilados con barras de clubes de fútbol y la violencia, en el interior pasó de todo, hubo golpes de puño, insultos entre los diputados oficialistas y los libertarios disidentes, hubo agresiones entre Oscar Zago y el oficialista Lisandro Almirón, hubo ataques verbales entre Marcela Pagano y Lilia Lemoine, a quienes le tiraron un vaso de agua, todos eran, son, qué sé yo, de la libertad avanza. También hubo un tenso cruce, ¿se acuerdan cuando les decía guarda a quien eligen, cómo forman las cosas?

Cuando no es la Banelco es otra, la motivación para saltar del espacio, ¿se acuerdan? Bueno, había un solo libertario en la Argentina y era Milei, después es raro encontrar gente que piense igual, puede pensar parecido, por ejemplo, los liberales, pero muchos liberales están, la verdad, asombrados de que haya poco de liberalismo, ¿no?, en la conducción del Estado. También hubo un tenso cruce entre el presidente de la Cámara, Martín Menem, y Máximo Kirchner, por el levantamiento de la sesión para no llegar al quórum. Todo fue un papelón, ahora Menem dice que está este chico Martín tratando de hablar con todos, explicando cómo era la historia, no puede estar enemistados porque hay muchos temas candentes y además no tienen los diputados como para hacerse los locos. El Congreso, entonces, volvamos al principio, nos ha dado algunas alegrías pero muchas tristezas. Ha aprobado leyes que nos mejoraron la vida y otras que nos enferman. He visto a grandes oradores, he visto a pequeños dirigentes, pero estoy viendo gente miserable.

Y tal vez un día esas paredes que tuvieron a Lisandro de la Torre, Alfredo Palacios o Raúl Alfonsín merezcan un mejor destino, un lugar donde se crean las leyes, que nos puede dar un futuro mejor, está para más, para mucho más. Exige representantes a la altura de este desafío. Terminemos con la escribanía, terminemos de votar a gente que no conocemos, la política tiene que hacer la reforma, terminemos con la lista sábanas. Si queremos realmente cambiar hay que terminar de cuajo con esto y fue lo primero que se debió hacer.

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