El Ministerio de la Extorsión

Adrián Simioni

En Argentina nos vamos acostumbrando a todo. Cosas que serían un escándalo en cualquier parte, acá no sorprenden a nadie.

Ayer, sin ir más lejos, un grupo de frigoríficos exportadores, los del consorcio ABC, tuvieron que agachar la cabeza. Habían acordado con el gobierno vender siete cortes de carne a precios fijos en el mercado interno hasta el 7 de abril, a cambio de que les permitieran exportar para no perder más mercados de los que ya perdieron por las calamitosas políticas agropecuarias del gobierno.

Pero su situación es insostenible. Primero, como la inflación es galopante, los precios que pactaron para esos siete cortes ya han quedado muy atrasados. Segundo, el gobierno les pisa las exportaciones, ni siquiera les cumple las de por sí irracionales cuotas que les impuso (¿qué otros países ganaderos ponen límite a la exportación de carne? Ninguno). Tercero, aparecieron exportadores que antes no exportaban y que no tienen plantas.

La cuestión es que el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, sencillamente los amenazó: si no siguen el acuerdo, les prohibirá exportar del todo. Y los frigoríficos agacharon la cabeza.

El intervencionismo estatal hace todo muy turbio. Es inevitable. Repartir todo el cupo exportable sólo entre los que ya exportaban es anticompetitivo, impide que haya nuevos jugadores. Obligar a vender menos a los que ya exportaban para que entren nuevos, también. ¿Quién es el gobierno para elegir a dedo quién exporta, quién no, cuánto, quién entra el negocio y quién no?

No pueden dejar de romper todo. Por no hablar del daño al ganadero original, al que los frigoríficos terminan trasladando los costos. Mientras, los precios del mostrador siguen subiendo.

Todo se achica, excepto la irracionalidad. Por ejemplo: el dólar oficial bajo termina subsidiando las importaciones de cerdo de Brasil, que se duplicaron en febrero, mientras se castiga a cualquier exportación. Otro ejemplo: por más escándalo que se haga por la trepada del precio del trigo en el mundo a raíz de la invasión de Putin a Ucrania, el trigo argentino se sigue exportando a un precio fijado por el Ministerio de Agricultura que es el mismo de principios de año. Sin embargo, con la excusa de que el trigo aumenta el gobierno sigue amenazando a productores e inventando fideicomisos que son meras retenciones encubiertas que golpean a los mismos de siempre.

Nada sorprende. Ni siquiera que un ministro amenace a alguien con impedirle disponer de su propiedad -en este caso toneladas de carne- si no vende otra parte de su propiedad -otras toneladas de carne- al precio que a él le conviene para que no se noten las consecuencias de su pésimo gobierno. En cualquier lugar del mundo eso sería un delito: amenazas, extorsión. Sería inconstitucional. El ministro sería llevado a la Justicia. Acá no. Esto es Argentina. Y un Ministerio de la Extorsión nos parece lo más normal del mundo.