La reconstrucción del pasado y el futuro de Malvinas: un desafío para Argentina
02/04/2025 | 11:04Redacción Cadena 3
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Opinión

Han pasado 43 años desde la Guerra de Malvinas, y aún siento que el tema me interpela profundamente. La información sobre lo sucedido abunda: más de 1.800 libros han intentado desentrañar aquellos días, y creo que eso demuestra que no es un asunto del pasado, sino una herida que sigue abierta y merece nuestra atención.
Escuché al presidente Milei en su discurso y me hizo pensar. Habló de reconstruir el pasado, pero no se quedó en la nostalgia: lo que quiere es un país más fuerte, más poderoso, sobre todo en lo económico. Me parece un enfoque interesante, porque no se trata solo de mirar atrás, sino de proyectar hacia adelante. Milei sueña con que Argentina llegue a tener el mayor PBI per cápita del mundo, y confieso que me intriga su idea de que, algún día, los habitantes de las Malvinas quieran ser parte de nosotros. No lo dice como una imposición, sino como una posibilidad, y eso me hace reflexionar sobre cómo vemos a los isleños en nuestra política exterior.
Pero no puedo evitar recordar algo: en 2013, los malvinenses votaron en un referéndum y el 92% decidió seguir siendo súbditos de la corona británica. Cuando supe eso, sentí una mezcla de frustración y resignación. Fue un golpe duro, un recordatorio de que la relación con las islas cambió para siempre después de 1982. Porque no solo perdimos la guerra, sino que los ingleses se quedaron con el mar que rodea las Malvinas, ese mar que era nuestro, con sus derechos de pesca y todo lo que significaba. Ahora son los isleños quienes gestionan esos recursos, y eso les ha cambiado la vida.
Pensemos en esto: con apenas 2.700 habitantes, los malvinenses tienen el mayor PBI per cápita de América. Eso no es poca cosa. Han transformado su economía y su calidad de vida de una manera que, admito, me genera cierta envidia. Es evidente que ellos ya no nos miran como antes, y aunque duela aceptarlo, es una realidad que no podemos ignorar.
Milei, con su visión, me hace imaginar un futuro distinto. ¿Y si lográramos que los isleños quisieran ser argentinos? No por la fuerza, sino por deseo. Sé que suena utópico, y que el camino sería largo y lleno de sacrificios, pero me gusta pensar que es posible. La guerra de 1982 marcó un antes y un después en nuestra lucha por la soberanía, y cada vez que pienso en nuestros héroes, siento un nudo en la garganta. Ellos dieron todo, y nosotros no podemos rendirnos.
Recuperar las Malvinas no es solo una cuestión de territorio; es un desafío que nos obliga a mirarnos a nosotros mismos. Creo que el esfuerzo tiene que seguir, aunque sea complejo, aunque tome décadas. Porque, en el fondo, Malvinas no es solo una causa: es parte de lo que somos.