Un alemán en el aspiracional productivo argentino

Guillermo López

Fue canciller de Alemania Occidental entre 1969 y 1974 y esta semana se cumplieron 30 años de su fallecimiento.

William Brandt, símbolo de la socialdemocracia alemana, militó de joven en el partido de los trabajadores, emigró a la península escandinava cuando los nazis tomaron el poder y regresó después de la Segunda Guerra Mundial para ser el alcalde de Berlín entre 1957 y 1966, período durante el cual se construyó el muro en ese ciudad.

Fue cuestionado en los '70 por sus propios partidarios por presentar su Ostpolitik, para normalizar las relaciones con Europa del Este, incluida la entonces Alemania Oriental. Pero por buscar la reconciliación -simbolizada en esa foto de Brand arrodillado ante el Monumento a los Héroes del Gueto de Varsovia- obtuvo el Nobel de la Paz en 1971.

Por entonces acuñó una frase que se escuchó esta semana en el Coloquio de IDEA en Mar del Plata durante las reuniones entre funcionarios, empresarios e, incluso, sindicalistas que ven cómo la inflación mansilla los salarios de sus representados: "Para progresar una sociedad debe tener tanto mercado como sea posible y tanto Estado como sea necesario", sintentizó el alemán.

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En Córdoba, el latiguillo es harto conocido porque lo reitera en muchos de sus discursos públicos el gobernador Juan Schiaretti, quien sostiene que el Estado debe coordinar la energía creativa de los emprendedores "y no puede ser una carga para el sector productivo privado, que genera empleo genuino".

Pero en el 14to. Coloquio de la Unión Industrial de Córdoba le agregó a ese marco conceptual dos ejemplos prácticos. “El Banco de Córdoba paga impuesto a las Ganancias porque tiene superávit; Caminos de las Sierras también y hace obras, como la autovía de la ruta 5; lo cual significa -concluyó- que si una empresa es estatal no implica que tenga que ser deficitaria y deba subsidiarse. Tiene que ser superavitaria como es cualquier empresa privada si quiere subsistir”, enfatizó.

Haremos a un lado en esta columna que la superavitaria Caminos de las Sierras no paga el capital que explota (las rutas que recibió) o que Bancor tiene a mano el monopolio del dinero estatal, el planteo de Schiaretti apunta a un punto central en el debate para las presidenciales 2023: la socialización de las pérdidas de las empresas públicas.

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Dos estudios que manejan los equipos de Juntos por el Cambio estiman que las 30 empresas estatales nacionales más importantes tendrán un déficit este año de alrededor de US$ 7.500 millones, más del 1,5% del PBI.

Los informes revelan que en 2015 el Estado puso 1,52% del producto en transferencias a sus empresas, en 2019 bajó a la mitad y este año volvió al 1,54%. En pesos (con la inflación descontada) pasó de $98.267 millones en 2019 a $227.585 millones en 2021. En ese lapso, se sumaron 6000 empleados.

¿Es factible que en nuestro país se siga derivando a subsidiar la tarifa de agua de un usuario de Aysa en Recoleta el IVA que paga un jubilado jujeño cuando compra una garrafa de gas o el impuesto al cheque que paga un empresario Pyme mendocino?

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¿Sigue siendo la discusión poner de un lado las empresas estatales y del otro las privadas?

Parte del debate que se avecina no pasa por levantar un muro entre ambas y la historia del excanciller alemán es más que un condimento para repensar nuestra matriz productiva.

En Berlín el muro se desplomó 18 años después que él se arrodillara en Varsovia pero cuando eso ocurrió todos pensaron en Willy Brandt. Hoy, en Argentina, también se acuerdan de él.