Amores de película, una receta que nunca falla

Por María Rosa Beltramo

Fuente inagotable de vivencias, conflictos y anécdotas , el amor o su ausencia, como reverso de la moneda de la vida, sigue alimentando guiones con perfiles dramáticos, testimoniales o humorísticos. Netflix sumó hace poco a su oferta, un drama y una comedia que se ocupan del tema con una mirada poética y singular, en un caso, y con el humor típico que generan los enredos, en el otro.

En cuerpo y alma

“En cuerpo y alma” se llama la película de la directora húngara Ildikó Enyedi, quién decidió contar una profunda relación entre un hombre y una mujer que casi no se hablan pero, por una circunstancia fortuita, se enteran de que tienen los mismos sueños. Y lo extraordinario es que no se trata de una alegoría, sino de la más estricta realidad.

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Se estrenó a comienzos de 2017 y fue una de las ternadas para el Oscar a la mejor película en lengua no inglesa. Tiene el inmenso mérito de mostrar la génesis del amor entre María (Alexandra Borbély) y Endre (Morcsányi Géza) en un escenario impensado, un matadero. La directora se regodea en el contraste casi brutal entre el sentimiento que se traduce en miradas y gestos y las imágenes de los animales acercándose al brete donde recibirán el golpe letal.

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La historia comienza con la llegada de María, una inspectora que se ocupará de supervisar la faena cuidando que se cumpla el código alimentario. En el lugar, desde hace años trabaja Endre, el encargado de finanzas. El primer encuentro entre ambos se da en el comedor donde almuerza el personal.

Sin ninguna habilidad social por alguna de las condiciones del espectro autista, la nueva empleada se limita a cambiar de mesa sin  hacer comentarios cuando Endre decide sentarse a su lado a modo de bienvenida. La relación seguirá con un par de conversaciones sobre la naturaleza del trabajo y alguna que otra mirada subrepticia desde lejos.

El acercamiento entre la supervisora autista y el solitario gerente de finanzas ocurrirá cuando la psicóloga que llega a hablar con los empleados después de la desaparición de unos medicamentos los convoque a ambos, convencida de que se han puesto de acuerdo para tomarle el pelo. Es que el sueño que individualmente han narrado a solas y a pedido de la profesional, coincide punto por punto.

Esa poética revelación se encarga de eliminar algunos de los obstáculos que impedían que la pareja intentara, al menos, una proximidad afectiva siempre postergada. Pero además de la cotidianeidad de esa relación, la película roza otros temas como la apariencia, los prejuicios y hasta se permite algún apunte humorístico .

“En cuerpo y alma” tiene ritmo y aspecto de película de cine club. En 2018 fue una gran candidata al Oscar que terminó llevándose la chilena “Una mujer fantástica”.

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Pero si en el filme húngaro hay una coincidencia profunda y surrealista, Netflix sumó recientemente “I love you” (Jag älskar dig) una comedia sueca bastante convencional sobre una mujer que, a punto de cumplir los 20 años de casada, decide casi intempestivamente ponerle punto final a un matrimonio que la aburre.

El reparto de este filme está encabezado por Björn Kjellman como Gustav y Christine Meltzer en el papel de la protagonista femenina, Marianne. Dirigió Johan Brisinger y aunque el espectador puede sospechar que el guión es demasiado trillado, se guardó un par de sorpresas para el final que alcanzan para mejorar el enfoque.

La historia sigue a Marianne cuando deja la casa, a su marido -un rutinario abogado que alguna vez soñó con ser escritor- y a sus dos hijos adolescentes. Ella busca refugio en la casa de una amiga que rápidamente intentará que comience a disfrutar de su soltería .

Gustav, por su lado, no consigue salir del estupor que le ha provocado la decisión de su mujer y oculta la inminencia del divorcio a sus padres, una pareja absolutamente tradicional que está a punto de celebrar sus Bodas de Oro.

Y mientras Marianne se acomoda a su nueva vida, su ex resuelve al final dar su propio volantazo, renunciar al trabajo de toda la vida e intentar también concretar alguno de sus sueños". Para el último tramo del filme, Brisinger reservó algunas situaciones típicas de las comedias de enredo que sirven para sacudir la modorra de un guión demasiado plano.