"Bill Gates bajo la lupa", el dueño de un cerebro distinto

Es escandalosamente rico, al punto que una de sus colaboradoras aclara que tiempo es lo único que no puede comprar. Por estos días se habla mucho de Bill Gates y, en esta ocasión, no están en el centro de la escena sus capacidades de innovación y liderazgo sino su divorcio de Melinda, su esposa, madre de sus tres hijos y socia en la fundación que desarrolla toda clase de acciones filantrópicas en países en vías de desarrollo.

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Para los interesados en conocer algo más del hombre que creó el emporio informático Microsoft, Netflix tiene la docuserie “Bill Gates bajo la lupa” de Davis Guggenheim, un intento honesto destinado a averiguar cómo funciona su cerebro. Aunque la tarea es excesiva para un documental de tres episodios, permite, al menos, asomarse a la vida cotidiana de un tipo distinto.

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El dice que su infancia fue estupenda y que como sonreía todo el tiempo le decían “happy boy”; que como cualquier chico jugaba en el fondo de su casa con su hermana y que tal vez advirtió que era un poco más listo que sus compañeros de clase cuando la maestra usaba un disco que enunciaba cifras y él lograba sumarlas antes que los demás. Tal vez tuvo otra pista acerca de sus conocimientos, cuando faltó unos días al colegio en la secundaria para ayudar a programar la computadora principal de una empresa hidroeléctrica. Pero esos son detalles.

El capítulo inicial del documental lo presenta ya como un emprendedor consolidado, obsesionado por cuestiones sencillas pero de difícil resolución. Examinando reportes de la Organización Mundial de la Salud descubre que existe un número escandalosamente alto de niños que mueren por diarrea. La investigación acerca de sus condiciones de vida lo llevan a establecer que el problema en ciertos países de África era la total ausencia de plantas de tratamiento cloacal y que la población bebía aguas contaminadas.

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Es la fundación que comparte con su ahora ex esposa Melinda French la que envía reportes a una docena de universidades urgiendo soluciones e inicialmente no consigue demasiado hasta que, con criterio marketinero, organiza un certamen y poco después, puliendo costos y proyectos, llegan a montar un omni procesador que genera electricidad, cenizas y agua limpia y, según el documental, reconvierte un tercio de los desechos de la ciudad de Dakar.

“Bajo la lupa” está también la relación con sus padres que, según Bill, se complicó en la adolescencia e hizo que buscaran el auxilio de un terapeuta al que le costó apenas tres meses convencerlo de que la guerra que libraba con sus mayores no era justa, sobre todo porque ellos estaban de su lado.

Gates reconoce a su madre como a su mentora y su hermana asegura que los consejos de ella lograron que además de pensar obsesivamente en estudiar e innovar, fuera capaz de plasmar en el mundo real sus ideas. Vale la pena también prestar atención a lo que la hermana dice acerca de la unión de Bill y Melinda: “Nunca creí que alguien querría casarse con mi hermano”.

Contra todo pronóstico la gerenta de Nuevos Proyectos de Microsofot quiso, y juntos estuvieron 27 años hasta que a comienzos de esta semana ella se presentó en los tribunales del condado de King para demandar el fin del matrimonio y la separación de bienes tras aclarar, por cierto, que no iba a necesitar manutención de su cónyuge. Buen punto, porque los activos a su nombre redondean los 70 mil millones de dólares.

“Si me gustaría estar en el cerebro de mi marido?”, Noooo, responde Melinda, “No creo que sea demasiado interesante, ahí solo hay caos” responde, entre risas.

De paso, cuenta cómo se conocieron y corrige algunas de las historias que han circulado desde que se supo que una de las parejas más estables del mundo, decidió poner fin a su existencia en común.

Según ella, coincidieron en la barra del bar de un hotel a la salida de una reunión de Microsoft y poco después se vieron en el estacionamiento, justo cuando se disponían a subir a sus respectivos vehículos. Fue ahí, y no en un picnic como se había dicho, que él le preguntó si le gustaría salir “dentro de 15 días, a contar desde el viernes”. Ella le hizo una observación sobre su falta de espontaneidad y él, un hombre acostumbrado a superar errores del sistema, la llamó a la noche y corrigió la metida de pata.

La serie aborda también el capítulo de la larga relación de Bill con su compañero, amigo y socio Paul Allen y las discusiones que los separaron y duraron hasta poco antes de la muerte de Paul, con quien finalmente pudo hablar, reencontrarse y despedirse.

El documental tiene datos sobre la labor de la fundación en favor de la vacunación, aborda superficialmente las acusaciones de actividad monopólica contra Microsoft y la preocupación de Gates por el cambio climático. Mucho más rico que esos datos es comprobar que uno de los hombres mas tecnologizados del mundo, toma apuntes a mano, lee convencionales libros de papel y los prefiere a los electrónicos aunque tenga que arrastrar un peso extra. Además le gusta examinar problemas frente a una pizarra  con letra clara y bien dibujada para un zurdo. Como tantos, asegura que el peor día de su vida fue el de la muerte de su madre y lamenta, todavía, no haber sido en la mesa todo lo educado que ella le enseñó. El final del documental los muestra a Bill y Melinda remando juntos en un kayak. La serie tiene dos años. Todo ha cambiado.