Christoph Waltz se pregunta cuánto darías por ser el jefe en una adictiva serie

Por Francisco Vidal

Stephen King, además de ser un ícono de la literatura de terror, a veces se pone en el rol de ese amigo que te recomienda series y películas, pero en Twitter. Pese a su calidad para escribir, hacerle caso acá puede ser un riesgo: gustos son gustos y a veces lo que sugiere espanta. Pero esta vez dio en el clavo.

"The Consultant" es la serie de Amazon Prime Video que el novelista sugirió con fervor y que tiene a un Christoph Waltz ("Bastardos sin gloria", "Django sin cadenas") simplemente brutal. 

/Inicio Código Embebido/

/Fin Código Embebido/

Tras un trágico y sorpresivo episodio, un misterioso hombre llamado Regus Patoff (Waltz) se aparece en una empresa de diseña videojuegos a decir que él se hará cargo por un tiempo de la compañía para que sus ganancias se multipliquen.

No tiene idea de juegos ni de tecnología. Pero es experto asesorar. Hasta acá nada del otro mundo. El problema es que Patoff empieza a recurrir a métodos cada vez más extremos y crueles para llegar a esos objetivos. Es un pequeño agente de caos que experimenta con los sentimientos de los empleados y su compromiso con la empresa.

/Inicio Código Embebido//Fin Código Embebido/

Todo esto hará que dos trabajadores (interpretados por Nat Wolff y Brittany O'Grady) empiecen a escarbar -aunque no les convenga- en el pasado de este tipo.

Misteriosa y enigmática desde el inicio, cada capítulo de media hora termina con un potente cliffhanger (ese recurso que trae una situación de máxima tensión sobre el final) que nos obliga a ver el próximo. La atmósfera se pone cada vez más tensa, más oscura e intrincada.

Basada en una novela de Bentley Little y creada por Tony Basgallop (guionista de Servant), este adictivo thriller te conduce por un laberinto de dudas que -por más que en algún momento pierdan el foco o no profundicen demasiado en las motivaciones del consultor- poco a poco se despejan.

El problema, para los protagonistas de esta ficción impredecible, es que este forastero es también un seductor. La pregunta que aparece, entonces, es ¿hasta qué punto están dispuestos a llegar los trabajadores por una pizca de poder?