"Clickbait": el peligro que acecha detrás de la virtualidad

Por María Rosa Beltramo.

No hay que esperar nada excepcional de “Clickbait”, pero lo más probable es que el espectador que vea los primeros 10 minutos del capítulo inicial complete en algún momento los 8 episodios de la serie de Netflix que escribieron los australianos Christian White y Tony Aires y transcurre en la ciudad californiana de Oakland.

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Y eso porque es difícil abandonar una historia en la que se esfuma un marido enamorado y padre adorable y reaparece sorpresivamente en internet, con la cara magullada, sosteniendo un cartel que afirma “soy un abusador de mujeres”, que abandona para tomar otro en el que, presuntamente escribió de puño y letra, “cuando llegue a los 5 millones de visualizaciones, moriré”.

El hombre que busca su familia y la policía es Nick Brewer (Adrian Grenier), un fisioterapeuta que, al menos en apariencias, está felizmente casado con Sophie (Betty Gabriel), es el orgulloso padre de Kai (Jaylin Fletcher) y Ethan (Cameron Engels) y sólo para salirse algo de los cánones de la perfección absoluta, de vez en cuando tiene discusiones subidas de tono con su hermana menor, Pía (Zoe Kazan).

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Por lo demás, nadie cree en lo que dicen los carteles y especulan con una broma de mal gusto, pero lo real es que no encuentran a Nick y mientras organizan la búsqueda el tiempo pasa, aumenta el morbo, y cientos al principio, miles después, hacen clic para ingresar al sitio que mantiene la promesa de ejecución.

Vale la pena aclarar que el título de la serie, “Clickbait” es un neologismo en inglés que puede traducirse como “ciberanzuelo” y describe un mecanismo destinado a aumentar los accesos empleando titulares sensacionalistas o engañosos, con el único propósito de incrementar los clics que, en internet, suelen significar dinero.

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La serie se pone realmente interesante cuando la pesquisa para tratar de dar con el desaparecido comienza a encontrar evidencia de perfiles de Nick en aplicaciones de citas. De golpe, el hombre que rozaba la perfección y hacía un culto de la monogamia, se transforma a ojos de la sociedad en una especie de depredador. Si hasta es complicado pensar de dónde sacaría tiempo para atender tantas relaciones.

Toda esa realidad virtual obliga a rearmar la historia del fisioterapeuta que pronto tendrá graves derivaciones cuando además repasen su cercanía con los equipos deportivos del mismo colegio al que asisten sus hijos y en el que su esposa da clases de historia.

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No es seguro que se hayan propuesto indagar sobre el tema, pero lo cierto es que mientras el espectador está pendiente de la suerte de Nick, hay tiempo para pensar en el increíble mundo de la virtualidad, de las relaciones a distancia, la soledad y las cosas que puede llegar a hacer la gente desesperada por encontrar una motivación para seguir viviendo.

El encargado de buscar al fisioterapeuta que desapareció una mañana camino a su trabajo es Phoenix Raei, un actor australiano que asume aquí la identidad de Roshan Amir, un detective que clama por un ascenso y planea ganárselo con el esclarecimiento de un caso al que nadie le encuentra salida.

Del reparto también participan Jessica Collins, Daniel Henshall, Abraham Lim y Motell Foster. Aunque en algún momento aparece la bandera de los Estados Unidos y los autos tienen el volante a la izquierda y se conduce por la derecha, la narración tiene una especie de nota rara por la que cuesta creer que el escenario que se describe sea el de una ciudad norteamericana.

La historia, además de ser atrapante, tiene una vuelta de tuerca muy inteligente que indaga sobre las expectativas insatisfechas, la tremenda soledad de algunas personas en medio de ciudades superpobladas y la precariedad de algunos vínculos que se arman sin conocimiento ni responsabilidad, a la distancia de un clic y en la geografía rectangular de la pantalla del celular.